miércoles, 3 de septiembre de 2008

Liliput para "Los Arrepentíos"

Sí, como agradable sorpresa ornamental, en la tarde-noche del martes se pudo apreciar cuál era la guinda pastelera que los adornadores de la Feria zalameña ofrecieron al paladar visual de todos los asistentes al pregón taurino. Y en esta ocasión el objeto en cuestión venía que ni pintado para el evento, para la feria y para la centenaria tradición taurómaca de esta villa.

Y es que año tras año, y ya se va convirtiendo en una saludable y atractiva tradición, la entrada a la Caseta Municipal, a la altura de la puerta de la sacristía de nuestro más que emblemático B.I.C., albergará durante los días festivos, el trabajo, la destreza y la paciencia hecha arte, de algunos de nuestros más insignes paisanos. Y es que mientras otros alardean de tener artistas entre sus filas, aquí salen de debajo de las piedras, aunque los escondamos con humildad, sin hacer ruido, que la modestia es una virtud.

“Hace dos meses que llevamos trabajando en este proyecto. Desde la Concejalía de Cultura se nos solicitó que lleváramos a cabo este trabajo en concreto. Había un interés especial en realizar una maqueta a escala de nuestra Plaza de toros”. Bernabé Romero, acompañado de su cuñado José Antonio García (“El Chaleco”, como él mismo nos indicaba, que es una sana tradición esta de mantener los motes); y de su yerno José Jesús Gómez (y es que aquí todo queda en familia), nos ofrece las primeras respuestas a nuestras preguntas.

El olor a cola de carpintero impregna la nave que alberga otra de las ilusiones que mantienen en pié nuestros contertulios: la Cabalgata de Reyes Magos. Al fondo, las carrozas medio desnudas, a la espera de volver a ser engalanadas en breve. Por delante, la impresionante maqueta del coso zalameño. No le falta un detalle. Desde la placa en honor a “Los Arrepentíos” de la entrada de sombra, pasando por los carteles de este año, banderas y capotes, toriles y corrales, burladeros, caseta de cine, palcos y barandillas, gradas….todo, absolutamente todo.

“La comenzamos a construir a escala” nos indican. José Jesús, encargado de los aspectos técnicos, había realizado los cálculos, intentando mantener las proporciones reales. Pero las matemáticas dejaron paso a la intuición, a la profesionalidad y a las “tablas” de los artistas. Como resultado, una auténtica obra de arte.

Ellos siguen trabajando, sin parar. Tan solo dejan momentáneamente la tarea para responder. “Todas las piezas son de madera, todo absolutamente de madera -y este que les escribe da buena fe de ello-, a excepción de las barandillas de la barrera, que se ha utilizado hilo de acero”. José Antonio se apresura a indicarnos “hasta le hemos echado albero del que han traído para la plaza, en el coso”. Realidad virtual en 2 metros y medio de diámetro.

Mientras ultiman los detalles, van apareciendo familiares de unos y otros, algún que otro curioso y miembros del Ayuntamiento que se preocupan del trabajo antes de llevarlo hacia su lugar de exposición. Ya se han acabado de dar los últimos retoques de pintura. El blanco del encalado de las paredes se entremezcla con el “colorao” de los portones, ventanas, burladeros y barandas. El gris del graderío nuevo contrasta con el ladrillo rojo del antiguo. El amarillo del albero termina la efímera gama cromática.

Solo acceden a salir de la nave para poder hacerles una foto en el coso real. No quieren perder mucho tiempo. Mientras tanto, me van indicando cómo se lo van a llevar al Paseo Redondo y como pretenden colocarlo. Ustedes ya lo han podido apreciar.

Dos meses de trabajo en horario de mañana y tarde. Sábados, domingos, festivos, laborables o cualquier otra modalidad diaria existente en el calendario estival, aferrados a la madera. “Todo el verano aquí metidos, robándole tiempo a la familia y a los amigos” nos indica uno de ellos. Aunque el objeto final bien les ha merecido una dulce recompensa: el reconocimiento de todos los zalameños a una obra de arte, a su humilde trabajo.