Comenzó con cierto retraso el festejo y con un cambio de ganadería que no fue anunciado, pero la encalada y remozada plaza zalameña cautivó a los caballistas que sacaron lo mejor de sí para hacer un entretenido festejo que hubiera sido redondo a no ser por el mal juego de los novillos lidiados.
El cartel de caballistas remató la feria taurina que por el momento llevaba más sombras que luces pero que al fin y al cabo cuenta con una afición que sabe esperar y comprende lo que verdaderamente es bueno.
Bueno; como fue la actuación en su paso por Zalamea de Martín Burgos que paso toreramente, confiado, entregado y gustándose, tal vez buscando demasiado los aplausos pero al fin. Él fue el que prácticamente levantó una feria entoldada y no solo por las nubes.
Le toco en suerte un bravo y repetidor novillo que apareció en el ruedo en primer lugar como oasis en el desierto de la bravura que acontecería después; Martín Burgos se lucio en banderillas con Coimbra que ajustándose al embroque del astado colocó sendos pares de banderillas donde predominó la reunión para después cambiar de montura y lucirse al violín y con las cortas con un público entusiasmado con su quehacer y acierto. Torero se sintió y eso fue bueno con una actuación rotunda y basada en la cara del animal que tras recibir tres rejones de castigo parecía incansable detrás de la cola de la buena cuadra de Burgos. Recibió una oreja tras una fuerte petición de la segunda, que la presidencia no concedió muy acertadamente tras un contrario y caído rejón. En definitiva podemos decir que se gustó y gustó en su primero al que le cortó una oreja de ley.
Con el cuarto tuvo menos suerte por que desapareció la bravura y el toro rajado y en “tablas” obligó al rejoneador a ceñir al animal a la cola de Gallo; echo que resultó emocionante a la vez que arriesgado; en banderillas con Cacao un precioso caballo negro se lució y realizó pares a dos manos para terminar con las cortas. Buena actuación ante un manso que le valió una oreja.
Sergio Galán estuvo clásico y mandón propio del momento en el que se encuentra y no dejo de sacar lo mejor de su cuadra para que los allí asistente pudieran disfrutar; hecho que es de agradecer.
Tuvo pocas opciones con su primero que le brindó pocas oportunidades salvó un buen encuentro de salida con Charro y algún que otro momento brillante con Ciclón.
Falló con los rejones de muerte y pie en tierra descabelló; su actuación fue silenciada.
Galán no quería irse de vacío y sacó a relucir su cuadra en su segundo; Ojeda le sirvió para frenar al novillo y después lucirse con su estrella. Montoliú salió al ruedo para realizar quiebros soñados de clase y maestría que más tarde rubricaría Vidrié con las banderillas cortas. Mató con Fado de un rejón que no causó la muerte y tras descabellar se le premió su labor con una oreja de faena importante.
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Debutaba también Mariano Rojo en Zalamea; y demostró sus ganas e ilusión marcadas además por su menor oficio.
En su lote no tuvo suerte el rejoneador que vio marcado su quehacer en los terrenos pegado a “tablas” por la mansedumbre de estos.
Voluntad en intento que una y otra vez intentaba lucirse donde no era posible el lucimiento.
En su primero marcó la senda con Baturro que paró y templó; también marco nota con Napoleón que una y otra vez intentaba arrancar de las querencias al sexto, un manso de libro, que se dolió estrepitosamente en el primer castigo.
En su primero dio una vuelta por su cuenta y en el sexto obtuvo palmas de despedida.
Ganas tiene, ilusión mucha y futuro esperemos que también.
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Interesante festejo donde pocos se aburrieron; faltó la coordinación de la música con la presidencia o de la presidencia con la música, un anuncio de cambio de ganadería; hubo algún desbarajuste en los cambios de tercio, y una espantada casi generalizada de los tendidos cuando la penumbra acechaba a la plaza aún estando el sexto vivo; y es que dicen que de noche y sin luces todos los gatos son “pardos” aunque este lamentable hecho perjudica a la solera de esta plaza.
Por lo demás se cerró una feria interesante y esperada pero que no ha satisfecho las expectativas de triunfo.
Crónica de Eduardo Vázquez