En la retina tenemos las imágenes que hemos visto esta semana por televisión de las tremendas riadas causadas por las torrenciales aguas caídas sobre Andalucía. Ríos desbordados, casas inundadas, coches a la deriva; efectos que según los expertos no ocurrían desde 1930. Tras una prolongada sequía el agua ha llegado en tromba causando graves catástrofes a su paso. La naturaleza se nos muestra, en los últimos años, hostil e indómita, como consecuencia de un acelerado cambio climático que nada ni nadie intenta corregir, pero que avanza a pasos agigantados y cada vez nos afecta más en nuestras vidas y entorno. Son las dos caras de la naturaleza, la que se nos extiende como madre, esencia de nuestra existencia; y la que se nos revela intransigente con nuestras acciones, destruyendo y matando.
Estas imágenes exponen claramente las dos caras, las dos están tomadas desde el mismo marco de enfoque, pero en días bien distintos. En una se aprecia un paisaje bello y apacible, donde el caudal, a su paso por el antiguo puente de Calañas, se muestra sosegado y evocador al disfrute en una soleada tarde otoñal. Pero en la otra imagen, el río arrasa con todo a su paso, destruyendo violentamente su propio entorno y haciendo de su existencia una causa para castigar el único fin para el que fue creado, la vida.
En las fotos, quizás no se pueda apreciar toda la magnitud de aquella tarde de octubre, pero sirva para la información, que los postes derruidos que sustentaban el antiguo puente, miden más de 20 metros de altura.
Estas imágenes exponen claramente las dos caras, las dos están tomadas desde el mismo marco de enfoque, pero en días bien distintos. En una se aprecia un paisaje bello y apacible, donde el caudal, a su paso por el antiguo puente de Calañas, se muestra sosegado y evocador al disfrute en una soleada tarde otoñal. Pero en la otra imagen, el río arrasa con todo a su paso, destruyendo violentamente su propio entorno y haciendo de su existencia una causa para castigar el único fin para el que fue creado, la vida.
En las fotos, quizás no se pueda apreciar toda la magnitud de aquella tarde de octubre, pero sirva para la información, que los postes derruidos que sustentaban el antiguo puente, miden más de 20 metros de altura.