Ser decente no es una utopía, a pesar de que los gobiernos se empeñen en demostrarnos lo contrario.
Andalucía, para mí, y creo que para la inmensa mayoría, es un pueblo decente, con sus garbancitos negros…, que no pueden faltar en cualquier sociedad. El hecho de que la inmensa mayoría de la gente sea decente, en Andalucía, España y en el mundo, nos evita caer, por lo menos a mí, en el desánimo, al tiempo que anima a seguir luchando por una sociedad justa y libre de indecencias.
Cuando hablo de indecencias no me refiero solo a las personas a título individual, sino más bien al conjunto de personas de nuestro país que se unen para delinquir; tal es el caso de los dos partidos que todos conocemos y que nos avergüenzan con su degenerada práctica corrupta; es decir: gurteles, eres y tantos otros, con cientos de imputados, desde exministros a expresidentes andaluces, valencianos, catalanes, etc.
Aunque, oh, dramática paradoja, nos avergüenzan, pero existe un segmento de la población que se hace la longui; o le han hecho un lavado de cerebro que les hace dejarse llevar por la propaganda (pagada con el dinero de la corrupción), las promesas grandilocuentes y otras cosillas, que hacen que las buenas y honestas personas no se den cuenta de dónde les aprieta el zapato.
Debería entrar en juego la ley; aunque sabemos que la ley justa no existe, ni existió nunca. Las leyes, como la Historia, la escriben los vencedores. Cuanto más corrupta es una sociedad, más numerosas son sus leyes. En España sobran leyes y falta decencia política.
Creo que fue un griego quien dijo que se castigan a los ladrones de poca monta, pero a los grandes ladrones los elegimos para cargos públicos.
Lo dicho, mucho ojo, y pensemos bien las cosas antes de seguir metiéndonos goles en nuestra propia meta.
Vicente Toti
No hay comentarios:
Publicar un comentario