Una neblina tóxica cubre el cielo de Huelva. Las chimeneas del Polo Químico, un conglomerado de empresas industriales, no descansan y generan un olor químico que impregna las calles de la ciudad. Las marismas que desembocan en el río Tinto están envenenadas por metales pesados y ya no hay vida. La capital onubense ha soportado durante décadas el vertido de residuos de Fertiberia y Foret, que fabrican fertilizantes, hasta acumular más de 120 millones de toneladas de fosfoyesos, una mezcla explosiva de agua y ácido sulfúrico.
La población cercana al polo químico tiene unos niveles de cáncer del 40% por encima de la media andaluza
“La empresa obtuvo una concesión en los años sesenta que le permitía verter residuos a una altura de tres metros. Una barbaridad que se ha convertido en una barbaridad peor cuando se le ha permitido que la altura de esos vertidos alcanzase los treinta metros. Eso era una marisma, un espacio protegido, casi como un parque nacional”, explica Aurelio González, presidente de la asociación Mesa de la Ría.
Huelva se ha convertido en el punto negro de Europa: el agua, el aire y el suelo están contaminados e incumplen los niveles máximos de polución recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es un cementerio radioactivo que se encuentra a los pies de la ciudad, un vertedero de residuos que ocupa cerca de dos mil hectáreas. “Los vertederos de fosyoyesos de Huelva son en extensión más grandes que la extensión que ocupa la ciudad”, asegura Julio Barea, responsable de la campaña de Energía y Residuos de Greenpeace. La organización ecologista detectó niveles de radiación 111 veces superiores al máximo permitido en las proximidades al río Tinto.
“La ciudad está tomada por un lobby industrial que decide lo que debe hacerse en Huelva. Todo el mundo ha considerado que ese era un vertedero general. No solamente están los fosfoyesos, sino que, entre todas esas toneladas, también hay ácidos arsenicales de la empresa Atlantic Cooper. Los vertidos de las cenizas radioactivas de un escape que tuvo una empresa de Cádiz, residuos altamente radiológicos, se trajeron aquí y así sucesivamente. También ha tirado la Diputación sus residuos, el Ayuntamiento sus residuos sólidos urbanos. Hay muchos vertidos que se han tirado ahí con nocturnidad y alevosía”, denuncia González.
“¿Por qué nos rocían con residuos?”
Según los expertos, el Polo Químico, además de provocar la desaparición de las actividades tradicionales de las marismas como el marisqueo y la pesca y la degradación de espacios públicos como la Playa de Gilda, ha generado que Huelva presente los índices de mortalidad por cáncer más elevados de Andalucía y de España. El “triángulo de la muerte”, así es como se denomina a la zona del Bajo Guadalquivir que abarca las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva, donde la actividad industrial es muy potente y la tasa de enfermedades cancerígenas es un 50% mayor a la media nacional, según un estudio elaborado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud de la Universidad Carlos III de Madrid.
“Eso es polvo y las fuerzas del viento lo esparcen. Tenemos ese constante riesgo. Estamos hablando de una población que da unos niveles de cáncer del 30 y del 40% por encima de la media andaluza”, exclama González.
Desde Greenpeace y Mesa de la Ría denuncian la pasividad de la administración ante el grave problema sanitario y medioambiental. “Se ha llegado hasta este punto por la permisividad de las autoridades porque esto es dominio marítimo terrestre gestionado por el Estado. Yo he pedido reuniones de forma reiterada a la consejera de Salud de la Junta de Andalucía y jamás me ha recibido. Finalmente nos recibió su Directora General de Salud y le pedimos que se hiciera un estudio epidemiológico real, pero no les interesa”, recuerda Barea.
Tampoco existe un Plan de Emergencia real para actuar en caso de incidencia química a pesar de que ya se han producido varios accidentes en la capital onubense. “No hay ningún plan de emergencia, nosotros somos conscientes de esto desde hace tiempo y tenemos que tenerlo porque estamos sujetos a riesgos químicos. A base de mucho presionar, conseguimos una reunión con el Delegado de la Junta de Andalucía para que nos diera uno. Al final comprobamos que lo que tienen es un copia y pega con lo que exige la ley. No es un plan desarrollado y aplicado a las circunstancias”, dice González.
Hubo un conjunto de gases que se quedaronen el cielo y que no se movían por las circunstancias meteorológicas
La cuidad ha sufrido dos incidentes graves en menos de un año que afectó de forma directa a los vecinos. “Hubo cientos de llamadas al 112 de la población de Huelva. Hubo un conjunto de gases que se quedaron colgados en el cielo y que no se movían de ahí por las circunstancias meteorológicas ¿Por qué nos están rociando constantemente con residuos? La gente tuvo dificultades para respirar. Además hay casos que si quieres conocerlos hay que buscarlos y no es fácil porque en el propio hospital hay un oscurantismo por temor a las represalias. Cualquier médico que dé la voz de alarma, va a ser destituido porque ya hay antecedentes”, relata el presidente de Mesa de la Ría.
El empleo. Ese ha sido el argumento que ha calado entre la población para justificar la presencia de las empresas industriales y la permisividad que detentan para verter residuos. “Las generaciones con cierta edad han recibido ese mensaje y se ha grabado a fuego en sus cerebros ¿Qué va a ser de vosotros si nosotros nos vamos? Eso es lo que han querido decir las industrias: vosotros sois alguien porque nosotros estamos aquí, si no os moriríais de hambre”, comenta González.
Guerra jurídica
Según explica Greenpeace, Fertiberia perdió el permiso de ocupación de dominio público terrestre por incumplir la concesión y verter más de lo permitido. Después de diez años de guerra judicial, la Audiencia Nacional rechazó en el año 2010 los recursos presentados por la empresa y decidió condenarla y paralizar los vertidos. “La empresa ha estado presentando recursos para ganar tiempo y seguir depositando residuos. Además, el presidente de Fertiberia, Juan Miguel Villar Mir, es marqués porque le nombró el Rey poco después de la sentencia condenatoria. El Rey de España se permitió la libertad de nombrar marqués a un señor que tenía una sentencia condenatoria de la Audiencia Nacional”, explica González.
Mesa de la Ría también denuncia que la ciudad de Huelva ha estado sometida a una “tremenda injusticia” y acusa a la administración de desproteger a la población y al entorno medioambiental. “La contaminación en la marisma mató la vida y toda la pesca artesanal desapareció. Se ha dañado la salud de la ciudadanía y se ha destruido un espacio protegido. En este caso hay muchos agravantes y ha sido un acto ilícito por una persona perfectamente identificad. Estamos bajo la influencia de una enorme contaminación y nadie nos escucha, nadie nos protege y nadie nos ayuda”.
La sentencia es clara: Fertiberia ya no puede verter residuos en las marismas. Ahora toca tratar la basura radioactiva para que Huelva vuelva a respirar en paz.
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