lunes, 7 de septiembre de 2009

Entre el tedio, el sopor y el aburrimiento

La Fiesta dijimos en su día que era un espectáculo de contrarios, pues bien ayer vimos la verdad del toreo de Antonio Nazaré y hoy contemplamos en el coso zalameño el “toreo” inepto de tres rejoneadores que dejaron bastante que desear a la afición que allí se dio cita. El cartel interesante, a decir verdad la terna anunciada recorre muchas plazas de la geografía española haciendo espectáculo; creo más bien que, desde ayer deshaciéndolo, pero sirvió para conservar el listón de una feria que se mantuvo en un difícil año. El rejoneador Rubén Sánchez entró a formar parte del cartel tras presentar parte facultativo por fractura de clavícula Roberto Armendáriz, al caer del caballo la tarde anterior en la plaza de toros de Mérida.







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RESEÑA

2ª de Abono. Plaza de Toros de Zalamea la Real. Una cómoda media entrada.
Se lidiaron seis toros de Río Grande de aceptable presentación y de agradable juego. Destacaron los lidiados en primer y quinto lugar.

Raúl Martín Burgos: petición y silencio.

Sergio Vegas: oreja y oreja.

Rubén Sánchez
: vuelta al ruedo y saludos.


Poco más que contar de un festejo del que nada es destacable porque nada es lo que pasó. Los rejoneadores con más ganas de finiquitar la tarde que el propio público que bastante aguantó las pocas ganas de agradar y de hacer algo digno que tenían los actuantes.

No seríamos exagerados si pensamos que en la tarde de ayer no se paró ni se recortó a ningún novillo; todo era correr y correr como si de un carrusel, en este caso taurino, se tratara; llegando a parar al toro por cansancio, vamos un despropósito.

Raúl Martín Burgos estuvo como siempre, igual de bullidor y entusiasta pero poco o nada certero con los aceros. El vallisoletano Sergio Vegas venía a Zalamea tras nueve años de ausencia y no fue el mismo. Ha pasado de ser un ciclón a la mediocridad; que pena para los que aún recordamos aquellas actuaciones; que por cierto él no recuerda por que realizó el paseíllo “desmonterado”. Así nos lo confirmó, ya no es el mismo. La presidencia valoró la colocación de sus rejones de muerte y concedió dos orejas de aire tras contemplar como el caballo albino que montaba en el último tercio no quería cuernos ni cercanías; mala cosa para un caballo torero.

El rejoneador Rubén Sánchez estuvo firme, algo más acertado que sus compañeros pero poco toreado. La novillada se mató infame, todos los rejones contrarios en la paletilla. Ahí aguanto con acierto la presidencia que supo contar los pañuelos, que no medir la acústica de la plaza; porque debemos recordar cómo se piden los trofeos.

Esperemos y esperamos que se tomen las medidas justas para dejarnos descansar del arte de marialva mal ejecutado, que tanto nos hace sufrir y que tampoco nos reporta.

Cerramos así una feria seria; ojala que la empresa haya cumplido sus pretensiones y felicitarla, nuevamente, por la seriedad y el trabajo bien hecho.









Eduardo Vázquez