viernes, 11 de septiembre de 2009

El deber cumplido...

Satisfacción es cuánto menos el sentimiento que se genera en una persona cuando se consiguen los resultados que se sueñan siempre desde la responsabilidad de organizar el latir socio-económico de la población, que ha confiado democráticamente en unos hombres y mujeres y unas ideas políticas para ello. Desde luego, cuando digo “persona” no estoy “personalizando” en éste el que escribe, que también se siente muy orgulloso, sino en cualquier persona que contribuye a ello desde su importante faceta, con un compromiso en positivo para ello, desde el asociacionismo o de forma individual.

Ha habido durante estas fechas algunos acontecimientos que no puedo dejar pasar por alto y nos van a marcar históricamente, poniéndonos el listón muy alto; lo que hará, lejos de intimidarnos, el estimularnos para quehaceres superiores.

Me quiero referir a la puesta en funcionamiento del Campo de Fútbol “Manuel Perea Anta” ahora con su césped artificial colocado. Los sentimientos que desprendieron en los momentos que los y las deportistas saltaron a esa alfombra verde eran apasionantes y muy intensos, arropados por todas aquellas personas, responsables de los distintos clubes deportivos y que, de manera continuada, han reivindicado estas instalaciones durante tantos años y también, por supuesto, de los miembros del Equipo de Gobierno Municipal. El regocijo fue colectivo (casi con lágrimas en los ojos) con esa visión que se queda grabada cuando se despierta de un largo sueño, y nos dice que “¡SI!” estamos en Zalamea la Real, aunque no lo parezca.

Pero si estas primeras sensaciones fueron especiales, que se podría decir de aquellas que se pudieron generar cuándo se pudo ver a Severiano y a su esposa Esperanza, sentados en los banquillos de este magnífico Campo de Fútbol, su campo de fútbol, donde se ha esforzado, durante gran parte de su vida, para que sirviera de espacio para que “sus” jugadores del Zalamea pudiesen practicar este deporte y para ello, además, debía conseguir financiación, aunque fuera rifando la misma paletilla dos veces (que antes, había logrado que se la dieran gratis), porque no aparecía la papeleta premiada en la primera jugada. El rostro de Severiano desprendía alegría y también, por qué no decirlo, satisfacción por considerarse él también uno de los artífices de esta realidad, repitiendo una y otra vez que lo habían construido los socialistas y eso le alegraba todavía más, si cabe. Varias veces le repetimos esa tarde-noche, los que a su lado estábamos, que se fuera a descansar y cuando terminaran los partidos lo acercaríamos para entregar los premios del I Trofeo de Fútbol que lleva su nombre (algo que hay que agradecer y considerar como un grandísimo acierto del Presidente y de toda la Junta Directiva del Zalamea C.F.); pero él siempre respondía con firmeza pero, a la vez, con la bondad que siempre rebosaba: “yo me quedo aquí, hasta que se acabe todo, con lo bien que me lo estoy pasando”. Y cumplió lo que quería, entregó la copa ganada por su Zalamea C.F. y, más tarde, se retiró a su domicilio sabiendo que había cumplido con su deber, con su equipo, con él mismo, con la historia y con los que allí estábamos esperando este comportamiento ya que no dudábamos de su entereza y saber estar siempre.

SEVE, siempre estarás en ese banquillo y en ese campo de fútbol. ¡Pero lo tienes complicado, ya que no sé como lo vas a hacer! pues también te quieren y por ello te reclaman en: la Peña Taurina, el Club del Pensionista, en la Agrupación de tu Partido, en tu concejalía en el Ayuntamiento,…. POR TODO ELLO, SIEMPRE TENDRAS QUE ESTAR PENDIENTE DE QUIEN NECESITE TU AYUDA PARA ATENDERLO Y SEGUIR CUMPLIENDO TU COMPROMISO CON ESTA SOCIEDAD ZALAMEÑA, APOYADO POR TU QUERIDA ESPERANZA.

Vicente Zarza Vázquez