No resulta fácil describir la sencillez. Más difícil aun es descubrirla. Pero encontrarla en una persona... imposible.
Rebuscando en los clásicos no encuentro la frase justa para describirte José. Apasionado en tus quehaceres, responsable hasta la saciedad, inquebrantable, incansablemente entregado a tu labor y a la de los demás. Amigo y compañero. Comprometido con las “cosas” de tu pueblo, y sufriendo como nadie cuando algo no se hace bien en tu Zalamea, pero sin levantar la voz. Siempre de puntillas, arrimando el hombro aquí y allí. Enemigo de los reconocimientos públicos, las fotos, el protagonismo... a pesar de que puedes permitírtelo. Leal y digno donde los haya.
He aprendido muchas cosas de ti José. Cosas que no aprendí en ninguna escuela, y que tú con toda la naturalidad del mundo las llevas encima desde que naces como una segunda piel y nosotros como una chaqueta. La sencillez del que hace mucho, pero al que le gusta pasar inadvertido. La humildad, la entrega, el trabajo de verdad, la honestidad... la mirada limpia del que si duerme mal es por culpa de las cervicales y no de su conciencia.
He tenido la estrella de compartir contigo querido amigo, si me lo permites, momentos buenos y menos buenos. De sentir a tu lado la verdad del hombre cabal e íntegro. De tu trabajo no hablo José, pa qué?, es tan grande tu interior que todo lo que seas capaz de hacer, estará bien hecho, con cabeza y a satisfacción.
Para terminar te regalo un trozo de Machado, maestro como tu, cambiando el tiempo del verbo para acomodarlo a las circunstancias. Con él quiero desearte toda la salud del mundo para que disfrutes de tu paga (que tu si te la has ganado) rodeado de la familia y los amigos. Y ya sabes donde estoy, como yo se donde estas.
“y más que un hombre al uso que sabe su doctrina
eres, en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Tu amigo Manuel Carrero Romero.
Rebuscando en los clásicos no encuentro la frase justa para describirte José. Apasionado en tus quehaceres, responsable hasta la saciedad, inquebrantable, incansablemente entregado a tu labor y a la de los demás. Amigo y compañero. Comprometido con las “cosas” de tu pueblo, y sufriendo como nadie cuando algo no se hace bien en tu Zalamea, pero sin levantar la voz. Siempre de puntillas, arrimando el hombro aquí y allí. Enemigo de los reconocimientos públicos, las fotos, el protagonismo... a pesar de que puedes permitírtelo. Leal y digno donde los haya.
He aprendido muchas cosas de ti José. Cosas que no aprendí en ninguna escuela, y que tú con toda la naturalidad del mundo las llevas encima desde que naces como una segunda piel y nosotros como una chaqueta. La sencillez del que hace mucho, pero al que le gusta pasar inadvertido. La humildad, la entrega, el trabajo de verdad, la honestidad... la mirada limpia del que si duerme mal es por culpa de las cervicales y no de su conciencia.
He tenido la estrella de compartir contigo querido amigo, si me lo permites, momentos buenos y menos buenos. De sentir a tu lado la verdad del hombre cabal e íntegro. De tu trabajo no hablo José, pa qué?, es tan grande tu interior que todo lo que seas capaz de hacer, estará bien hecho, con cabeza y a satisfacción.
Para terminar te regalo un trozo de Machado, maestro como tu, cambiando el tiempo del verbo para acomodarlo a las circunstancias. Con él quiero desearte toda la salud del mundo para que disfrutes de tu paga (que tu si te la has ganado) rodeado de la familia y los amigos. Y ya sabes donde estoy, como yo se donde estas.
“y más que un hombre al uso que sabe su doctrina
eres, en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Tu amigo Manuel Carrero Romero.