miércoles, 26 de septiembre de 2007

Patrimonio material e inmaterial

Casi siempre me tengo que agarrar a las visitas que algunos de mis amigos, o hijos de éstos, hacen a nuestro pueblo movidos por la curiosidad que les despierto con los monumentos y tradiciones de Zalamea. O mejor decir con el coñazo que les doy con mi zalamea de los…. como ellos me dicen después de visitarla, si no sabéis aprovechar lo que tenéis, que es mucho, y mucho menos “venderlo”.

En el puente del Corpus encontré a los hijos de unos amigos dando vueltas por el pueblo, y que se habían tenido que ir a pernoctar a Nerva. La pregunta era obligada por parte de ellos ¿Por qué no hay en su pueblo -aclaro que me trataban de usted por la edad- un hotel, pensión o albergue, ya que tenéis atractivos suficientes como para venir a pasar un fin de semana? Les hablé de las casas rurales que hay en Zalamea, y su argumentación me hizo tirar por tierra todas mis ganas de despertarles el interés por Zalamea. ¿Qué visitamos? Iglesia cerrada, y no dicen donde se puede pedir la llave, Casa Cilla, cerrada y no se puede pedir la llave por ser día de fiesta o sábado ¿qué hacemos, dar vueltas por el pueblo? Le hablé de la visita a los dólmenes, ¿y quién nos los enseña? Por ello tuvieron que quedarse en Nerva con más comodidades y más opciones de entretenimiento, a pesar de que tendrían que salir de ella para visitar el tren minero, museo de Riotinto y por último llegar a Zalamea, como les pasó, y tuve que hacer de improvisado guía hasta que abrieran el museo Dolménico, ¡que era a las doce!

Se admiraron del bloque Iglesia–Torre, las fachadas de la calle Castillo, la plaza de Talero… y no pudieron llevarse fotos de la fachada de La Pastora por culpa de los aparcamientos. ¿Tan difícil es conseguir poner de amarillo esa esquina para que se le pueda hacer una foto digna a la ermita? Ya dentro admiraron el artesonado, las imágenes, la magnífica Cruz de forja…, les comente reseña de las distintas imágenes, como escultores, años de ejecución, historia de las ermitas (aunque sólo vieron la de La Pastora), en fin lo poquito que pude enseñarles y documentarles dentro de mis limitaciones. Quedaron maravillados y me soltaron ¿Por qué no marcáis una ruta turística que recorra el pueblo visitando las ermitas, fachadas interesantes… y por último los dólmenes? Yo suspiraba y ellos me decían, ¿dinero? Hace falta dinero. Ya se han intentado varias rutas pero al no estar promocionado, el pueblo, las rutas que vienen al museo de Riotinto y Nerva no se desvían para entrar en zalamea, y si nos encontramos con que luego aquí todo está cerrado pues ya ves … el porvenir está algo negrillo. Me decían se podrían visitar las fabricas de aguardiente y ver su elaboración… ¿verdad que de fuera se ven muy bien las cosas?

Les comenté que tenemos unas tradiciones muy antiguas con unos cánticos magníficos y que un grupo de amigos están grabando estos cánticos con el fin de editarlos en C.D., pero está en el aire. Hay mucho material tanto de música sacra como de música folclórica. ¡Qué lastima que aun no este editado con el fin de llevarnos uno como recuerdo! Me comentaron. Y hablando de recuerdos ¿qué se puede llevar uno de recuerdo de Zalamea? Me tuve que encoger de hombros y reconocer que en eso hemos hecho muy poco, no a todo el mundo le gusta comprar chacina o aguardiente. Aunque hay tiendas, pocas que tienen algunas “cosillas”, pero era día de fiesta.

Quiero aprovechar para dar a conocer el grado de deterioro que sufren los dólmenes con los que acostumbran a destrozar por destrozar. Creo que a quienes les corresponda debiera darse un paseito por el ancho mundo y ver cómo se cuidan los monumentos… o a lo mejor no tiene ni que salir de la provincia. Hagan gestiones.

Pastor, octubre del 2007