La puesta en marcha de Aguas Teñidas en 2007 y de Cobre Las Cruces en 2009 son ejemplos de éxito y se han anticipado a la activación de otros proyectos como los de Riotinto, La Zarza, Sotiel o Lomero-Poyatos, que se encuentran en diferentes estados de preparación, mientras la Junta de Andalucía prepara nuevos concursos mineros de investigación en la comarca. La buena acogida de las dos convocatorias celebradas hasta la fecha, donde se han puesto a disposición de las empresas nada menos que 114.000 hectáreas de suelo, demuestra que hay motivos para ser optimistas sobre el futuro.
Hay que tener, sin embargo, los pies en el suelo. Los operadores mineros requieren estabilidad normativa (tanto en la letra impresa como de la interpretación que se hace de ella), agilización de los trámites burocráticos y anteponer el cumplimiento de la legalidad a cualquier consideración política, circunstancias todas ellas que han jalonado el camino de alguna que otra empresa en los últimos tiempos. También ellos deben poner de su parte porque hay que exigirles no solo que se incardinen en el tejido social creando empleo local, contratando a empresas de la zona y desarrollando actividades paralelas, sino que su paso por la Cuenca -para cuando se termine el mineral- haya permitido el desarrollo de otras actividades que garanticen un futuro económico.
Consideración aparte merecen las infraestucturas. No podemos proyectar el desarrollo industrial de una comarca si ésta no cuenta con una conexión por ferrocarril que permita dar salida al mineral a través del Puerto de Huelva o una red de carreteras preparada para asumir el aumento del tráfico de vehículos pesados.
Y para que todo ello sea posible, máxima transparencia en los procedimientos de la administración y de las propias empresas: ni la ineficacia, ni la desidia, ni mucho menos los posibles trapicheos soportan que se ponga el foco sobre ellos.
Fuente: HuelvaInformación.