Hola madre, ¿Cómo estás hoy?
Llevo todo el día sentada en la estufa, hace mucho frío y me duele un poco la garganta.
Por cierto el sábado es San Blas ¡Cuéntame cómo era ese día!
Cuando era niña, como tus abuelos no iban, nos llevaba la maestra a la misa de la mañana. Después de bendecir el cura el aceite nos dábamos en la garganta y era costumbre comprar un cordón. Siempre daban una estampa del Santo. No había clase y pasábamos todo el día jugando al corro, a la comba...
Ya de muchachita íbamos todas las amigas juntas. Algunas andaban coqueteando con los chicos y les invitábamos a merendar lo que llevábamos. Recuerdo que esperaba mucho ese día porque allí nos comíamos las salchichas de las matanzas en un bollo de pan, el huevo duro, y la tortilla que era lo que había.
El llano se ponía muy bonito. Venían en tren gente de Valverde, El Campillo, Riotinto…como el tren pasaba muy despacito por el puente muchos se iban bajando antes que llegara a la estación.
Así hasta al atardecer, que regresábamos casi todos juntos. A la vuelta me acuerdo que los muchachitos y jóvenes iban quemando las aulagas del camino.
Este sábado, tres de febrero se celebra el día del Santo.
Así era la tan esperada fiesta de San Blas en la Zalamea de no hace muchas décadas. Hoy en día se ha perdido mucho de ese encanto tan peculiar que tenía esta fiesta. Es una pena que estas tradiciones, que son parte de nuestro patrimonio cultural, tiendan a desaparecer con el paso de los años.
Estos recuerdos y vivencias de nuestros mayores, este legado de costumbres y tradiciones es lo que nos da nuestra propia seña de identidad como zalameño. Un legado que es parte de nuestra Historia más cercana. Un patrimonial inmaterial que tenemos que enseñar a nuestros más pequeños para que no se pierdan.
Los mayores que asistan este sábado a San Blas recordarán aquellos años. Los jóvenes más comprometidos intentaremos conservarlo. Animamos a los primeros a que vayan a recordarlo y a los segundos a vivirlo para contarlo.
(Amigos del Patrimonio de Zalamea la Real. 2007)
Llevo todo el día sentada en la estufa, hace mucho frío y me duele un poco la garganta.
Por cierto el sábado es San Blas ¡Cuéntame cómo era ese día!
Cuando era niña, como tus abuelos no iban, nos llevaba la maestra a la misa de la mañana. Después de bendecir el cura el aceite nos dábamos en la garganta y era costumbre comprar un cordón. Siempre daban una estampa del Santo. No había clase y pasábamos todo el día jugando al corro, a la comba...
Ya de muchachita íbamos todas las amigas juntas. Algunas andaban coqueteando con los chicos y les invitábamos a merendar lo que llevábamos. Recuerdo que esperaba mucho ese día porque allí nos comíamos las salchichas de las matanzas en un bollo de pan, el huevo duro, y la tortilla que era lo que había.
El llano se ponía muy bonito. Venían en tren gente de Valverde, El Campillo, Riotinto…como el tren pasaba muy despacito por el puente muchos se iban bajando antes que llegara a la estación.
Así hasta al atardecer, que regresábamos casi todos juntos. A la vuelta me acuerdo que los muchachitos y jóvenes iban quemando las aulagas del camino.
Este sábado, tres de febrero se celebra el día del Santo.
Así era la tan esperada fiesta de San Blas en la Zalamea de no hace muchas décadas. Hoy en día se ha perdido mucho de ese encanto tan peculiar que tenía esta fiesta. Es una pena que estas tradiciones, que son parte de nuestro patrimonio cultural, tiendan a desaparecer con el paso de los años.
Estos recuerdos y vivencias de nuestros mayores, este legado de costumbres y tradiciones es lo que nos da nuestra propia seña de identidad como zalameño. Un legado que es parte de nuestra Historia más cercana. Un patrimonial inmaterial que tenemos que enseñar a nuestros más pequeños para que no se pierdan.
Los mayores que asistan este sábado a San Blas recordarán aquellos años. Los jóvenes más comprometidos intentaremos conservarlo. Animamos a los primeros a que vayan a recordarlo y a los segundos a vivirlo para contarlo.
(Amigos del Patrimonio de Zalamea la Real. 2007)