domingo, 6 de septiembre de 2009

Destaca un importante Nazaré en una tarde de triunfo donde lució el toro

Los soñadores de carteles y forjadores de sueños taurinos están de enhorabuena. Les felicito por que se cumplió lo soñado, se vivió la gloria y se disfrutó del toreo; siempre brillando el toro. La verdad del toreo se hace ajustándose al astado a la taleguilla; en redondo, relajando la muleta y sobreponiendo el arte, el valor y la técnica a la bravura y casta del animal. Así toreo Antonio Nazaré en la tarde de hoy. De verdad, jugándose el tipo. Un toreo con calado, con poso del que hace cosas importantes. Así lo sentimos y así lo narramos. Que importante tarde para el diestro que disfrutó del triunfo junto a sus compañeros Antonio Ferrera y Pedro Gutiérrez “El Capea” que mataron una interesantísima corrida de Peñajara. Donde hay toros, hay emoción y allí los hubo; con excelente presencia y distinta condición pero todos con la casta por bandera.

RESEÑA

1ª de Abono. Plaza de Toros de Zalamea la Real. Más de media entrada.

Se lidiaron seis toros de Peñajara de excelente presentación, distinto pelaje y finas puntas; más terciado el lidiado en primer lugar y más hondo y cuajado el segundo. Todos encastados, en mayor o menor grado. El cuarto fue premiado con la vuelta al ruedo.

Antonio Ferrera (grana y oro): Estocada tendida y contraria, oreja y pinchazo y estocada caída, dos orejas.

Pedro Gutierrez “El Capea” (sangre de toro y oro): portentosa estocada, oreja y media; y descabello, oreja.

Antonio Nazaré (celeste y oro): pinchazo y estocada, oreja; y estocada, dos orejas.

Tarde de triunfos. La terna y el mayoral a hombros en Zalamea.

La espera intensa de los que aman La Fiesta en nuestro pueblo mereció la pena. Un año apático se anunciaba hepático o por lo menos así lo describían algún aguafiestas, para desacreditar un festejo que parecía interesante al menos en el papel. No salió blanda, salió encastada y dura; y es que donde existe la bravura, en la búsqueda hay siempre más posibilidades de encontrarla. Hubo suerte, pues sí, ganó la fiesta y el pueblo.

Ya en el paseíllo, que comenzó puntual, Extremadura unió su encanto taurino a esta tierra andevaleña con su torero más batallador, que mejor entiende las “duras” y lo demostró cortando tres apéndices.

Ferrera quería gustar al respetable. Le tocó en suerte un toro colorao bragao que repetía pronto y se dolió en varas. El astado manseó pero saco ese fondo encastado de la casa, que no siendo bueno para un toreo estético, mantuvo la expectación en los tendidos; siempre derrotando arriba, a la defensiva y con pocas ganas de humillar. El diestro despachó a su oponente con una faena meritoria y una estocada tendida y contraria que le valió la oreja.

En su segundo, cuarto de la tarde, el extremeño disfrutó de la casta; esta vez de la buena y toreó a gusto y a su gusto a un toro encastado herrado con el nº 34 con el precioso nombre de “Capote”. Recibió con un saludo capotero de verónicas acompasadas para llevar al astado al peto donde empujó; tomando una vara con codicia. Buen puyazo que casi nos cuesta un susto. En banderillas, rozó la espectacularidad aunque a toro pasado. Colocando un par al recorte y otro al quiebro.

La “faena callada”, comenzó templada por la derecha. Parecía más bien derechazos de bravura desbordada que llegaron al respetable. El torero marcó los tiempos, calló la música y se encargo de mostrárselo al público.

¡Cuantas tablas tiene Ferrera! Así enjaretó una faena jaleada a este Peñajara que derrotaba arriba por la zurda; más bien protestaba. Aseado y voluntarioso entretuvo aunque, toreó siempre al hilo. Mató de un pinchazo precipitado y una estocada caída. Recibió dos orejas de júbilo como premio mientras al negro listón le daban la concedida vuelta al ruedo. ¿Merecida vuelta? El toro fue bravo y encastado; pero también lo fueron el tercero (aunque acusó los dos fuertes puyazos), el bravo quinto y entregado sexto. Sobre gusto los colores.

El torero charro mató dos astados de lucimiento; en su primero le tocó un berrendo cuajado y muy noble que empujo en el caballo. Ya con la franela, de embestida pastueña se quedaba corto; Capea lo intentó y se fue diluyendo lo que parecía interesante. Ganó pasos y terminó por manoletinas tras hacer lo mejor con su zurda. Por derecho colocó una gran estocada y cortó una oreja.

En el quinto apretó por verónicas y lo llevó al caballo para que el negro empujase con codicia. Muy buen puyazo de Manuel Vicente. Toreó sin acoplarse con el toro que le pedía más; él en cambio se mantuvo en su línea; algo soso y toreando de forma rectilinea. Aún así, Capea lo intentó por la diestra y consiguió una meritoria tanda que arrancó el olé entre el silencio, pero supo a poco. Acabó con la vida del animal con media y descabello, cortando una oreja liviana, que fue protestada por cierto sector del público.

El torero salmantino tiene escuela, buena técnica y clase pero le falta conectar con el tendido, componer la figura y ser menos frío.







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Permítanme poner un punto y aparte a esta crónica. El nazareno Antonio Nazaré así lo mereció y así lo haré. Que bien y que importante estuvo este joven diestro que se jugo la vida a carta cabal. Tiene ese arte sereno que cautiva; y no es otro que dejarle la muleta puesta al natural y jugar con la embestida del toro; sin tirones, de verdad, llevándolo ahí donde el animal te puede hacer daño. Muy bravo y encastado fue el tercer toro de Nazare que tomó dos varas con fuerza y alegría arrancándose de largo. Con el capote toreó a la verónica de verdad con mano baja, pero las ganas de triunfos hicieron mella en el temple del recién alternativazo. Toreó despacito con la muleta y jugó los mejores pasases, cortos pero intensos, con la zurda; mimó, se gustó y templo y también lo intento con la diestra. El toro venido a menos recibió un pinchazo y una estocada por arriba; dándole al diestro un gañafon que no le hizo mella. Cortó una oreja de ley.

Uno a veces pone sus miras en plazas de primera. Pues bien, salió el sexto un toro colorao bragao con dos velas por pitones; todo un pavo con el que el de Dos Hermanas no se achantó. Esa es la verdad del toreo, de los que llegan y de los que se mantienen.

Zalamea aplaudió al imponente astado que fue recibido por el diestro con templadas verónicas a pies juntos. Razón de poder, arte y gusto ¿Dónde estaban los pitones?.

Comenzó la faena por la diestra donde el ganado se quedaba corto; pero sería al natural donde cuajara los mejores pasajes de la tarde. Dos series de nota, de verdad y pureza que terminaron con la vuelta a la diestra para realizar meritorios y ceñidos redondos que valen su peso en oro. Qué importancia tienen esos pitones humillados en bravo por la mano sabia del diestro; y es que cuando Zalamea se emociona de verdad será por algo y eso lo consiguió el sevillano Nazaré.

Nada de mentira, todo de verdad, todo entusiasmo y todo ganas de triunfo. Cortó dos apéndices tras una estocada. Que difícil es medir a toreros de distinto corte. Que bien señor presidente que concediese el segundo trofeo.

Al finalizar el festejo, la terna muy voluntariosa, toda la tarde, salió a hombros junto con el mayoral de la ganadería. Peñajara lidió una corrida brava dejando atrás sus problemas.
Soñó la afición, sonaron los clarines y se vivió el momento. Zalamea quería lo que es suyo; la conjunción entre toro y torero en la Fiesta. Abrazó el arte, suspiró las faenas y murmuró la lidia. Todo bajo el sabio silencio, no maestrante, zalameño.

Felicidades a la empresa, por su seriedad, por la amabilidad de sus empleados, en definitiva por su apuesta. A los que corresponda le toca seguir trabajando, en beneficio de la Fiesta, en beneficio del pueblo; denotando la frase que escribiese el amigo y periodista Paco Guerrero: Zalamea será siempre la referencia.

Eduardo Vázquez