lunes, 1 de mayo de 2006

Actores con mayúscula.

Una línea de tela ondulada. A un lado, un grupo de aficionados zalameños al teatro. Al otro un público expectante. El telón empieza a correr sobre los rieles en el Ruiz Tatay. En segundos, muestra la escena que celosamente guardaba en su clausura. La oscuridad de la sencillez y la elegancia. Cortinas austeras en protagonismo con un lienzo de los patriarcas familliares. Mobiliario de época dispuesto en torno a tres subescenas: Comedor, sala de estar y zona del teléfono. Cada una iluminada con luces blancas cenitales y rematadas con iluminación lateral de relleno. Sin estridencias, acorde a la sobriedad de la obra. En la escena el elenco de actores, inmóviles, se muestran ante su público. Es la hora tan esperada desde los últimos meses. Meses de esfuerzos, incertidumbres y paciencia. Mucha paciencia. El fruto está a punto de madurar. Sobre las tablas, nos encontramos a Gregorio, Fernanda, José Manuel, Eva, Eusebio y Mari Oli. Posteriormente entrará en escena Pablo. Pasados pocos minutos, estos nombres han desparecido de nuestras mentes. El buen hacer de estos actores zalameños, hace que nos sumergamos en la trama que Priestley plantea. Para el público sólo existe un soberbio Arthur Birling (Gregorio) en el papel de empresario y aristócrata en busca de la escalada social; explotador de la clase trabajadora; una magnífica Sybil Birling ( Fernanda), caricatura de la mujer rica, cruel e hipócrita, sintetizando todos los vicios de su clase; un excelente Gerald Croft( Eusebio), en el papel de joven prometido, caido en la red de la infidelidad, a través de la generosidad; una grandiosa Sheila Birling ( Eva) en el papel de aristócrata caprichosa, que transmite con una exquisita multiplicidad de matices las emociones y contradicciones con las que va enfrentándose; un excelente Eric Birling ( José Manuel) en su papel de niño rico, haragán y vicioso, inmerso en la bebida; y una estupenda Edna ( Mari Oli) en el papel de sirvienta. El inspector Goole ( que de forma exquisita interpreta Pablo) nos lleva de la mano en la intriga de la obra de casi dos horas de duración y planteada en dos actos con descanso . Menos la encarnación de una persona real que la voz de la conciencia o del discurso moral del autor, el actor consigue un perfil misterioso, de cierta inmaterialidad, que refuerza el sentido inquietante de la escena final

Y todo ello, en una pieza del Teatro clásico . Una obra lejos de distracciones de todo tipo. Un escenario y siete personajes encargados de llevar sobres sus hombros todo el peso de la obra. Siete zalameños en la escena; siete interpretaciones excepcionales. Zalamea está de enhorabuena, y así lo reflejó el público asistente al Teatro Municipal, este fin de semana. Largas ovaciones de aplausos se generaron al final de cada acto.

El Teatro de la Veleta pone con éstas dos actuaciones, un gran broche de oro, a tanto trabajo derrochado durante los últimos meses. Una nueva obra, diferente a las anteriores, donde los papeles deben de estar muy trabajados, con una dicción especial que dificulta la interpretación, pero que han conseguido sacar adelante muy magistralmente. Tres obras de teatros, tres estilos diferentes. El Teatro de la Veleta suma y sigue. En estos últimos años los hemos visto crecer como actores en cada obra representada. Y existen muchas más personas que por el corto reparto de la obra de Priestley, no han podido actuar en esta ocasión. Pero pronto los veremos sobre el escenario en una nueva entrega haciéndonos disfrutar de su afición al Teatro. Enhorabuena.