Con las primeras luces del alba comenzaban los trabajos para dar con los restos que desde hace 70 años estaban enterrados en la finca “Juan-Ani” dentro del término zalameño. El grupo de arqueólogos venidos desde distintos puntos de la geografía andaluza y Madrid, improvisaban a las 07:00 de la mañana un campamento que los protegiera de la lluvia. Tapar y proteger la zona marcada para llevar a cabo los trabajos de excavación, era la clave para tener éxito con el hallazgo de los restos.
Tras cotar la zona, delimitando el perímetro sobre el que se iba a trabajar, comenzaron a cavar a golpes de pico y pala para ver la morfología de la fosa y empezar a vislumbrar la disposición de los cuerpos enterrados.
Hasta entonces el protagonismo se lo había llevado el temporal de lluvia y viento que azotaba nuestra localidad desde esta misma madrugada. Los truenos ensordecían a los que nos encontrábamos en pleno campo junto a la fosa. El trabajo se iba haciendo duro y cansado con el paso del tiempo, y los nervios comenzaron a aflorar cuando, tras ahondar en el terreno, no se apreciaba la disposición de los dos cuerpos enterrados en la fosa. La lluvia se hacía persistente en el transcurso de la mañana y no facilitaba para nada el trabajo de los arqueólogos que veían como el tiempo corría en su contra.
La experiencia unida al trabajo, hicieron que los expertos consiguieran dar con la morfología de la tumba y siguieran profundizando para dar con todos los restos humanos.
A las 15:00 horas empezaron a surgir los restos del matrimonio, que por sus posiciones, habían sido depositados sin mucho cuidado por los ejecutores. Las dimensiones de la tumba era lo suficientemente estrecha para dar cabida a un solo cuerpo, por lo que la mujer fue depositada encima de su marido, que yacía en el fondo y en posición inversa.
En este punto, y tras comprobar la escasez de extremidades óseas rescatadas, nos acercamos a Nacho, experto en arqueología y responsable del grupo…”Debido al alto contenido de cobre que tiene el terreno, la carga de acidez es lo suficientemente grande para no conservar los restos humanos”. Estamos acostumbrados a ver por la prensa o por televisión excavaciones donde aparecen restos intactos tras miles de años; sin embargo en una sepultura con apenas 70 años no han podido rescatarse muchos restos, y las extremidades óseas que hemos visto en el día de hoy no se encontraban en muy buen estado.
Esteban caballero se mantuvo todo el día junto a la fosa, y contempló de primera mano los distintos trabajos que se realizaban para desenterrar a sus antepasados. Al caer la noche llegaron los momentos más intensos del día, ya que se empezaron a extraer, uno a uno, los restos del matrimonio formado por Francisco Caballero Gómez y Rosario Palmar García. Se nos estremeció el cuerpo cuando tras extraer el cráneo de la mujer, se apreció como en la parte posterior tenía un orificio de bala. Caderas, tibias, cubitos, radios; la meticulosidad con la que trabajan los arqueólogos es más que encomiable, tratando cada resto con un cuidado especial para que no sufra ningún daño. Como nota curiosa cave destacar el hallazgo de las botas que poseía Francisco Caballero cuando lo enterraron, calzado típico de los mineros con un grabado en la suela escrito en inglés.
Mientras iban apareciendo cosas como hebillas, tachuelas y trozos de cuero, era inevitable echar la vista atrás e imaginar la terrible experiencia de este matrimonio que perdió la vida de una forma cruel. La memoria del pueblo nos cuenta que esta pareja, y tras sufrir numerosas amenazas, fue ejecutada por no delatar a sus hijos que andaban perseguidos por el Bando Nacional.
Sobre las 22:00 horas terminaron los trabajos, y los rostros de las personas que se encontraban junto a la fosa reflejaban la satisfacción del deber cumplido. Ahora sólo quedan los actos que mañana desde las 12:30 horas tendrán lugar en el Cementerio Municipal para homenajear a las victimas y cumplimentar con un merecido entierro junto a su familia.