De esta manera define el apóstol San Pablo, considerado por algunos como el primer teólogo del cristianismo, en una de sus epístolas: “la gloria del mundo es transitoria”.
Y, a pesar de esto, el hombre se empeña en aventurarse y abandonar todo lo que es conocido para buscar el reconocimiento por su trabajo.
Algunos pueden pensar que lo que se busca, en parte, son los beneficios económicos, pero yo creo que en realidad lo más importante es el reto que se plantea cada persona para afrontar su futuro y, sobre todo, poder saber el límite de las posibilidades de cada uno, a la vez que intentar crecer y enriquecerse de todo lo que te ofrece la vida en cada momento, incluso la posibilidad de viajar, que es la manera más apropiada de coger cultura sin estudiar.
Pero todo esto siempre lo valoramos, o lo ponemos en balanza con otra realidad, que es alejarte de la familia, de las verdaderas raíces, que son, al fin y al cabo, el lugar donde todos volvemos o queremos volver, cuando seamos mayores.
O quizás no sean tan importantes las verdaderas raíces, y las personas podemos echar una nueva en cualquier sitio del mundo, a mi personalmente me consta que hay personas que pueden ser ciudadanos del mundo, y eso me parece una gran ventaja para ellos, pero, a veces, pasa en la vida que lo que buscamos por todas partes son especial interés e ilusión y lo encontramos unas veces cerca y otras lejos.
Que duda cabe, que todos los errores que cometamos y los aciertos que tengamos, nos enriquecerán para siempre y formaran parte de nuestra experiencia, pero hay una cosa muy clara, el que no se arriesga lo único que ve es la derrota de los demás.
Hace poco tuve la oportunidad de viajar a Marbella y pude apreciar la belleza de esos barcos en el puerto, para mi nunca será comparable con la belleza de una pequeña barca de vela, navegando hacia la puesta de sol que cae por El Portil cualquier tarde de verano, en las playas vírgenes de mi querida Huelva.
Pero, como pasa siempre, hay quien piensa diferente y cree que los barcos están más seguros en el puerto, pero que no fue para eso que los barcos fueron construidos.
Al final va ha ser, que algunas de las personas, al igual que los barcos, fueron construidos para navegar.
Para todas esas personas, buen viaje hacia su felicidad.
Dedicado a mi amigo Joaquín (Madrid) y a mi primo Sebas (Escocia), esta es la magia de las nuevas tecnologías.
José María Cotán