Un villarejo que nunca olvidó sus raíces y que tanta devoción tuvo por su Patrona, que al llegar estas fechas siempre acudía a la aldea para ser partícipe de dicha festividad, siendo el encargado de tirar las salvas en honor a la Virgen (los famosos tiros de fogueo) junto con sus amigos Juan Ramos “Matilla” , Avelino Martínez y Alejandro Castilla.
Como ya digo con anterioridad, mi abuelo fue un gran devoto de su Santa, teniéndola en la boca hasta sus últimos días, por lo que se encargó de inculcarle estos sentimientos a sus hijas, siguiendo estas con su legado.
Los años pasan y el destino no siempre juega a nuestro favor, siendo este un caso de ello, pues murió poco meses antes de yo nacer, queriendo mis padres que yo llevara el nombre de Marina en su honor, algo de lo que hago gala allá por donde voy.
Todos los que lo trataron, lo definen como: amigo de sus amigos, trabajador y una persona de gran corazón. Al ser la única de su familia que no lo conoció, me valgo de los recuerdos y anécdotas que me cuentan sus seres queridos, sintiéndome orgullosa de ser parte de su descendencia.
Allí donde estés, querido abuelo, sé qué te sentirás orgulloso de que una de tus nietas lleve el nombre de la Santa a la que tanto invocaste en los buenos y malos momentos de tu vida.
P.D: Sirva esto como un pequeño homenaje hacia su persona.
Marina Domínguez Rabadán
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