Durante los veranos de los sesenta vivía en la Estación Vieja en una casa de Antonio “El Calañé”.
Mi rutina diaria era ir a la plaza de abastos en mi burro para recoger fruta y repartirla por las tiendas, tenía que llenar los tabales con esa fruta para poder ir tienda por tienda para repartirlos, iba a la tienda de Isabel Zorrero y la madre de la Zele, cobraba 300 pesetas por cada viaje que daba repartiéndola. Cuando terminaba volvía con el burro al “cercao”, recuerdo como un día al recogerla mi burro se espantó al ver a una burra mientras pasaba por encima del puente que había en la estación, tirándome al suelo y me partió el brazo, estuve más de un mes con el brazo así, y tuve que ir a Huelva para que me pusieran el yeso, durante ese tiempo me aburrí mucho porque no podía hacer nada.
El trabajo lo empezaba entre las siete y media o a las ocho de la mañana y terminaba a la una del mediodía, aunque algunos días iba a la era con mi tío Vidal con el burro cargao de trigo, y cuando teníamos todo preparado nos íbamos los fines de semana para trillarlo, por la mediodía lo limpiábamos todo para luego meter el trigo en sacos, recuerdo que eran largos con rayas y que pesaban muchísimo, los dividíamos en cuartillas y eso es lo que metíamos en los sacos; la paja la llevábamos en unas redes grandes y las descargábamos al pajar que tenía mi tía María Jesús en la Estación Vieja, y el trigo lo guardábamos en su casa para luego llevarlo al molino, nos pagaba con pan y también con dinero, que no recuerdo cuanto era, aunque mi tía dejaba algunos sacos en casa para poder sembrarlos al año siguiente.
También iba a recoger al tren que llegaba por la tarde la azúcar, las “papas”,... y las llevaba al almacén que se encontraba justo al lado de lo que ahora es Cajasol, recuerdo que algunos días tenía que dar cuatro o cinco viajes.
Durante la mediodía, como había pocos fondos para poder comer, recuerdo las patatas fritas, los cocidos de mi madre Jacoba, que era mi predilección, me encantaba; después siempre me acostaba mi siestecita, que duraba como una hora. Después me sentaba a ver el televisor, ya con la edad de 12 ó 14 años veía ya una de mis pasiones: el toreo, recuerdo a Manuel Benítez “El Cordobés”, El Litri y Chamaco, que estuvo en nuestra plaza de toros. Todos los vecinos íbamos a la taberna de Mariano a ver los toros, se reunían muchísimos vecinos, yo compraba un litro de vino y me lo bebía mientras disfrutaba de las buenas faenas que entonces había.
Por la noche me iba con el burro al cercado porque en mi casa hacía mucho calor, en el suelo ponía el aparejo del burro y como almohada ponía el albardón del burro y me quedaba dormido con el fresquito de la noche. Aquellos si que eran veranos.
Por último recuerdo cuando me escapé para ir al Rocalero con unos amigos y a los dos días cogí una pulmonía, tuvo que venir Rafael (el médico) a mi casa, me puso 3 botellas de suero que antiguamente se ponían en la barriga, estuve bastante tiempo malo y me quedé como un fideo, no me reconocía nadie por la calle.
Juan Sarmiento Aliste
Mi rutina diaria era ir a la plaza de abastos en mi burro para recoger fruta y repartirla por las tiendas, tenía que llenar los tabales con esa fruta para poder ir tienda por tienda para repartirlos, iba a la tienda de Isabel Zorrero y la madre de la Zele, cobraba 300 pesetas por cada viaje que daba repartiéndola. Cuando terminaba volvía con el burro al “cercao”, recuerdo como un día al recogerla mi burro se espantó al ver a una burra mientras pasaba por encima del puente que había en la estación, tirándome al suelo y me partió el brazo, estuve más de un mes con el brazo así, y tuve que ir a Huelva para que me pusieran el yeso, durante ese tiempo me aburrí mucho porque no podía hacer nada.
El trabajo lo empezaba entre las siete y media o a las ocho de la mañana y terminaba a la una del mediodía, aunque algunos días iba a la era con mi tío Vidal con el burro cargao de trigo, y cuando teníamos todo preparado nos íbamos los fines de semana para trillarlo, por la mediodía lo limpiábamos todo para luego meter el trigo en sacos, recuerdo que eran largos con rayas y que pesaban muchísimo, los dividíamos en cuartillas y eso es lo que metíamos en los sacos; la paja la llevábamos en unas redes grandes y las descargábamos al pajar que tenía mi tía María Jesús en la Estación Vieja, y el trigo lo guardábamos en su casa para luego llevarlo al molino, nos pagaba con pan y también con dinero, que no recuerdo cuanto era, aunque mi tía dejaba algunos sacos en casa para poder sembrarlos al año siguiente.
También iba a recoger al tren que llegaba por la tarde la azúcar, las “papas”,... y las llevaba al almacén que se encontraba justo al lado de lo que ahora es Cajasol, recuerdo que algunos días tenía que dar cuatro o cinco viajes.
Durante la mediodía, como había pocos fondos para poder comer, recuerdo las patatas fritas, los cocidos de mi madre Jacoba, que era mi predilección, me encantaba; después siempre me acostaba mi siestecita, que duraba como una hora. Después me sentaba a ver el televisor, ya con la edad de 12 ó 14 años veía ya una de mis pasiones: el toreo, recuerdo a Manuel Benítez “El Cordobés”, El Litri y Chamaco, que estuvo en nuestra plaza de toros. Todos los vecinos íbamos a la taberna de Mariano a ver los toros, se reunían muchísimos vecinos, yo compraba un litro de vino y me lo bebía mientras disfrutaba de las buenas faenas que entonces había.
Por la noche me iba con el burro al cercado porque en mi casa hacía mucho calor, en el suelo ponía el aparejo del burro y como almohada ponía el albardón del burro y me quedaba dormido con el fresquito de la noche. Aquellos si que eran veranos.
Por último recuerdo cuando me escapé para ir al Rocalero con unos amigos y a los dos días cogí una pulmonía, tuvo que venir Rafael (el médico) a mi casa, me puso 3 botellas de suero que antiguamente se ponían en la barriga, estuve bastante tiempo malo y me quedé como un fideo, no me reconocía nadie por la calle.
Juan Sarmiento Aliste