Los veranos al raso se decía, cuando dormía con mi tío Pablo y Candida en la era por las noches, después de vueltas y vueltas con las mulas o burros sobre el empedrado de estas, en una agotadora jornada, guardando el grano para que no se lo llevaran, ¡había mucha necesidad!.También sentíamos mas que verlos, los lobos rondando a los animales, y alguno aparecía por la mañana con los cuartos traseros mordisqueados, en el mejor de los casos.
Rubio me llamaba y me llama mi amigo Miguel Ángel Camacho, recuerdo las calurosas mediodías cuando nos bañábamos en la alberca de la huerta del Obispo o de D. Abelardo su padre, saboreando los deliciosos pepinos y moras de los zarzales.
Recuerdo las batallas con espadas de madera en la calle Teja, con Fdo. El Cochilla, Miguel Pifanio.….por la atención de las damas de la calle, Virtudes, Anita, Juana, Loli Lancha….. ¡a!... y mi mujer Carmen, que también estaba hay, pero yo no me daba cuenta.
Atractivos y disputados los partidos en la era de Las Crucecitas, con El Pifanio jugando descalzo para no romper los zapatos, había que verlo jugar, ¡que regates daba el tío¡.
He impresionantes las subidas de Juan José Totiste por esa interminable escalera, empalmada con cuerdas, para poder alcanzar a blanquear las fachadas de las antiguas Escuelas, destruyendo de paso los nidos de vencejos, en el actual C. de Adultos y Hogar del Pensionista.
Que veranos ¡e Migue!
Rubio me llamaba y me llama mi amigo Miguel Ángel Camacho, recuerdo las calurosas mediodías cuando nos bañábamos en la alberca de la huerta del Obispo o de D. Abelardo su padre, saboreando los deliciosos pepinos y moras de los zarzales.
Recuerdo las batallas con espadas de madera en la calle Teja, con Fdo. El Cochilla, Miguel Pifanio.….por la atención de las damas de la calle, Virtudes, Anita, Juana, Loli Lancha….. ¡a!... y mi mujer Carmen, que también estaba hay, pero yo no me daba cuenta.
Atractivos y disputados los partidos en la era de Las Crucecitas, con El Pifanio jugando descalzo para no romper los zapatos, había que verlo jugar, ¡que regates daba el tío¡.
He impresionantes las subidas de Juan José Totiste por esa interminable escalera, empalmada con cuerdas, para poder alcanzar a blanquear las fachadas de las antiguas Escuelas, destruyendo de paso los nidos de vencejos, en el actual C. de Adultos y Hogar del Pensionista.
Que veranos ¡e Migue!
José Fernández