domingo, 27 de abril de 2008

Tal como éramos…tal como somos

Una atmosfera mágica envolvió el salón Ruiz Tatay en la noche de ayer. La presentación del disco del folclore zalameño, con el plato fuerte de las Pardas y el Fandango, finalizando con el Pasodoble; entusiasmaron a un enfervorecido público que abarrotaba las butacas del remozado teatro.

Las raíces de un pueblo significan, en gran medida, la fortaleza de sus costumbres, la idiosincrasia, la historia; en definitiva, marcan el carácter de su gente. Todo ello viene a significar, con el paso del tiempo, las tradiciones que hoy en día podemos disfrutar con nuestras familias y amigos….Unión, esa es la palabra que define todos los movimientos culturales que a lo largo de la historia zalameña se han cultivado humildemente.

Esa unión, de la que os hablo, ha sido la causante del trabajo que comenzaron hace tres años un grupo de amigos. Un legado bien estructurado, que aportará un nuevo soporte para los investigadores y que darán a conocer nuestras tradiciones folclóricas de una forma cómoda y sencilla. Personas como Juan Carlos Conejo, “Joselino” y Lázaro Carcela, escenifican el trabajo altruista por el bien de su pueblo. De esa unión ha salido la cooperación de mucha gente que, de una forma desinteresada, ha colaborado para que este proyecto sea una realidad. En definitiva, la cultura de un pueblo es de su gente, un tesoro de enorme valor que tiene un punto mágico cuando las personas se unen para crearla o protegerla.



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Independientemente de las actuaciones de anoche o del magnifico trabajo presentado en los Cds; lo vivido ayer en el teatro transcendió más allá de lo escenificado. Hay momentos en los que tenemos que hacer una pausa y recopilar esos sentimientos olvidados por el vertiginoso transcurrir de los días. Pararse a contemplar una maravillosa puesta de Sol junto a la Encina “La Loca”, reírnos a carcajadas un grupo de amigos una tarde cualquiera, o embriagarse con los olores que desprende la primavera por los campos zalameños; son claros exponentes para esgrimir un estado de bien estar.

Todos los zalameños/as, incluyendo a los habitantes de las aldeas, que se acercaron ayer al Ruiz Tatay, querían tener ese momento de regocijo para alcanzar ese estado de bien estar. Fue un momento mágico y las paredes del teatro podrán recoger los ecos inmortales de satisfacción. No se mostró nada nuevo, tampoco alardes escenográficos, no hubo mascaras ni fanfarrias, nadie se puso medallas de cara a la galería, ni siquiera se buscaba el aplauso desde las tablas…muy simple, se mostró tal como éramos… tal como somos…