De ti aprendí los valores que me han ayudado a encontrar lo que amo. Me transmitiste tus conocimientos con gran cariño e ilusión.
Podría llamarte de muchas maneras diferentes: amigo, padre, hermano…pero quiero llamarte MI MAESTRO, porque en mis primeros años de estudiante con toda la paciencia y amor te dedicaste a educarme y a enseñarme a cantar, dibujar, leer, escribir, historia, geografía, latín, ciencias…Me mostraste un mundo complejo lleno de cosas sorprendentes y maravillosas que seguramente, si no aterrizas por la Escuela del Pilar de Zalamea, no habría podido imaginar ni aun cerrando los ojos. Menos mal que me tocó un maestro dedicado a su vocación, a su amor y esperanza en generaciones de zalameños y zalameñas, que hemos podido volar alto, tal como tú querías. Me siento orgulloso de haber sido uno de tus estudiantes que alcanzó metas y sueños que seguramente sin tu guía no habría sabido encontrar. Por ti aprendí a amar mi profesión y a dar lo mejor de mí, luchando en esta vida por salir adelante.
Tú sabes la importancia de la formación de personas capaces de comprender y respetar a los demás. Por todo esto, que tú ayudaste a conseguir, no sin esfuerzo, te remito esta carta. A veces, tardamos mucho en darnos cuenta de la gran influencia de aquellas personas que sirvieron de puente entre la familia y la sociedad, que nos llevaron de la mano por los laberintos del abecedario y la cultura. A veces tardamos en dar las gracias. Lo siento, no sabes cuánto lo siento. Muchas gracias por tu entrega compañero.
Podría llamarte de muchas maneras diferentes: amigo, padre, hermano…pero quiero llamarte MI MAESTRO, porque en mis primeros años de estudiante con toda la paciencia y amor te dedicaste a educarme y a enseñarme a cantar, dibujar, leer, escribir, historia, geografía, latín, ciencias…Me mostraste un mundo complejo lleno de cosas sorprendentes y maravillosas que seguramente, si no aterrizas por la Escuela del Pilar de Zalamea, no habría podido imaginar ni aun cerrando los ojos. Menos mal que me tocó un maestro dedicado a su vocación, a su amor y esperanza en generaciones de zalameños y zalameñas, que hemos podido volar alto, tal como tú querías. Me siento orgulloso de haber sido uno de tus estudiantes que alcanzó metas y sueños que seguramente sin tu guía no habría sabido encontrar. Por ti aprendí a amar mi profesión y a dar lo mejor de mí, luchando en esta vida por salir adelante.
Tú sabes la importancia de la formación de personas capaces de comprender y respetar a los demás. Por todo esto, que tú ayudaste a conseguir, no sin esfuerzo, te remito esta carta. A veces, tardamos mucho en darnos cuenta de la gran influencia de aquellas personas que sirvieron de puente entre la familia y la sociedad, que nos llevaron de la mano por los laberintos del abecedario y la cultura. A veces tardamos en dar las gracias. Lo siento, no sabes cuánto lo siento. Muchas gracias por tu entrega compañero.
Un saludo. Tu antiguo alumno, Teo Domínguez.