Era una noche de luna llena, la noche era hermosa, el campo, exceptuando los grillos y algún que otro mochuelo, era un puro silencio. Venía de uno de mis ensayos en Valverde. Subiendo la cuesta después del cruce de El Pozuelo. Como era tan hermoso el momento, y no sé explicar por qué, mi subconsciente mi indujo a parar. Me orillé a la altura de la casa de campo de mi amigo Antonio, El Totiste. Paré el motor y me bajé del coche. “Carai” que noche tan hermosa. Era una noche para enamorados. Me apoyé en el capó del coche y me dediqué a mirar a la luna.
Estaba absorto en mi observación cuando me pareció oír el murmullo de una voz. Miré hacia atrás pensando que era alguien de aquellas casas de campo que habría visto que me paraba y tal vez, con el insomnio, se diría voy a ver si necesita algo el que se ha parado ahí. Pero no, no venía nadie. Miré y remiré, y nada. Poniendo más atención note que el susurro venía de la estatua de Lope. Coño me dije, ¿quién me quiere gastar esta broma?, pero no, no era broma. La estatua siguió hablándome y me pidió que me acercara. Así lo hice y al llegar a su altura el personaje se bajó del pedestal. Caramba qué está pasando aquí. Allí estaba D. Lope con su jubón, sus calzas, sus escarpines, su gola, y su espada al cinto asomando por debajo de su capa.
No se alarme caballero, si usted me lo permite quisiera tener una charla con usted, ya que por aquí todos pasan “echando leches”, y como usted se ha parado pues me he dicho voy a ver si este caballero me quiere escuchar, y aquí estoy.
Pues usted dirá, qué quiere saber.
En primer lugar en qué época estamos, y aquí me tienen ustedes intentando aclararle que estábamos en el siglo veintiuno. Después dijo ¿por qué estoy aquí si nadie se para a verme ni a hacerme fotos?, una vez lo vi a usted hacerme una foto, pero yo entonces estaba tumbado. ¿Qué le decía yo a este hombre?, que la incomprensión, las cosas de los partidos políticos…
¿Y qué son los partidos políticos?
¡Ea! Ahora sí que la hemos liado.
Total, que como pude le expliqué a grandes rasgos qué era lo que había pasado.
Entonces me dice. Oiga en su pueblo ha habido unas gentes muy bien puestas a la hora de pasárselo bien y disfrutar. Además gente muy inteligente y con mucha filosofía. Por ejemplo, ¿oyó usted alguna vez hablar de un señor que le decían el Tiburón de Goma?
Hombre, lo conocí, pues era un buen vecero del bar del padre de un amigo mío, el Disloque. Allí se reunían algunos amigos de la calle El Lejío, todas las tardes cuando venían de la mina a tomarse las botellitas de vino. Estaba donde puso un amigo mío una casa de fotografía. También había un señor que vendía cigarrillos que él liaba y…
Sí, el Chochero.
¿Lo conoce usted?
Claro, y he echado unas parrafadas contándome cómo era Zalamea antes.
Pero este señor se llamaba Lorenzo, y vivía en la calle El Caño. Vendía también piedras de mechero, y creo que le traían de Sevilla preservativos.
También he conocido a un señor que se llama Juan….. ¿Qué son pre…? eso que ha dicho su señoría….
Bueno lo del preservativo, ya se lo explicaré. ¿El sr Juan que ha nombrado es Cabello?
No, creo que vendía avellanas, cacahuetes, pipas de calabaza…. Con una canasta de brazo.
¡Ah! Ya sé, le decíamos, de forma cariñosa, tío Juan “Rebaña”. Entonces también estarían por ahí, las hermanas “Religiosas”, unas señoras que arreglaban sillas y trastos rotos, las Sinforosas, que eran familia de Manolito Cotán, Viriato…
Si que por cierto, junto con el otro Juan, Cabello, ¡cómo cantan!, oiga que maravilla. También he conocido a un Sr. que vendía helados por las calles, aunque él se ha esforzado en explicarme qué es un helado y…. no he conseguido saberlo, creo se llama Eusebio. También a una Sra., creo se llama Alegría, y tenía una tienda de chucherías, así como otra que se llama Clemencia, tío Bartolo, la Concha la Emilia, tío Amaro, que vendía chochos en la fiesta de San Juan, Vicente Zarza, un señor que me cuenta disfrutaba asustando a los chiquillos manchándolos con sangre de los cerdos que mataba en la calle del Hospital, tío Zollo,… el Pollo, que dice que tenía una fragua…. Qué gentes tan estupendas, cuando se enteraron que me echaban del pueblo vinieron todos a consolarme y me decían, sabemos que su Zalamea no tiene nada que ver con nuestro pueblo, ni con el de Extremadura…. Pero bueno lo nombra usted y…, pero bueno al menos me han puesto derecho, que ya es algo… ¿Y los maestros, entre todos había dos, D. Eugenio, y D. Justo….., no vea la que armaron, los otros se esforzaban en aplacarlos, querían reencarnarse y volver a la tierra,… un cisco…. ¿qué es eso de reencarnar?.....
Se dio media vuelta se envolvió en su capa y…. La verdad no sé si ha sido un sueño, porque me quedara dormido en el coche …, pero la verdad que fueron gentes que dejaron huella junto con otros muchos que se han quedado en la memoria de ese Lope, que quiso escribir y se acordó de una Zalamea, ¿cuál?...... Allí quedó mirándome a la luz de la luna, sin comprender su estado. No sé si pensar que me estoy volviendo loco, o que ando haciendo méritos para ello.
Julio del 2011.
Estaba absorto en mi observación cuando me pareció oír el murmullo de una voz. Miré hacia atrás pensando que era alguien de aquellas casas de campo que habría visto que me paraba y tal vez, con el insomnio, se diría voy a ver si necesita algo el que se ha parado ahí. Pero no, no venía nadie. Miré y remiré, y nada. Poniendo más atención note que el susurro venía de la estatua de Lope. Coño me dije, ¿quién me quiere gastar esta broma?, pero no, no era broma. La estatua siguió hablándome y me pidió que me acercara. Así lo hice y al llegar a su altura el personaje se bajó del pedestal. Caramba qué está pasando aquí. Allí estaba D. Lope con su jubón, sus calzas, sus escarpines, su gola, y su espada al cinto asomando por debajo de su capa.
No se alarme caballero, si usted me lo permite quisiera tener una charla con usted, ya que por aquí todos pasan “echando leches”, y como usted se ha parado pues me he dicho voy a ver si este caballero me quiere escuchar, y aquí estoy.
Pues usted dirá, qué quiere saber.
En primer lugar en qué época estamos, y aquí me tienen ustedes intentando aclararle que estábamos en el siglo veintiuno. Después dijo ¿por qué estoy aquí si nadie se para a verme ni a hacerme fotos?, una vez lo vi a usted hacerme una foto, pero yo entonces estaba tumbado. ¿Qué le decía yo a este hombre?, que la incomprensión, las cosas de los partidos políticos…
¿Y qué son los partidos políticos?
¡Ea! Ahora sí que la hemos liado.
Total, que como pude le expliqué a grandes rasgos qué era lo que había pasado.
Entonces me dice. Oiga en su pueblo ha habido unas gentes muy bien puestas a la hora de pasárselo bien y disfrutar. Además gente muy inteligente y con mucha filosofía. Por ejemplo, ¿oyó usted alguna vez hablar de un señor que le decían el Tiburón de Goma?
Hombre, lo conocí, pues era un buen vecero del bar del padre de un amigo mío, el Disloque. Allí se reunían algunos amigos de la calle El Lejío, todas las tardes cuando venían de la mina a tomarse las botellitas de vino. Estaba donde puso un amigo mío una casa de fotografía. También había un señor que vendía cigarrillos que él liaba y…
Sí, el Chochero.
¿Lo conoce usted?
Claro, y he echado unas parrafadas contándome cómo era Zalamea antes.
Pero este señor se llamaba Lorenzo, y vivía en la calle El Caño. Vendía también piedras de mechero, y creo que le traían de Sevilla preservativos.
También he conocido a un señor que se llama Juan….. ¿Qué son pre…? eso que ha dicho su señoría….
Bueno lo del preservativo, ya se lo explicaré. ¿El sr Juan que ha nombrado es Cabello?
No, creo que vendía avellanas, cacahuetes, pipas de calabaza…. Con una canasta de brazo.
¡Ah! Ya sé, le decíamos, de forma cariñosa, tío Juan “Rebaña”. Entonces también estarían por ahí, las hermanas “Religiosas”, unas señoras que arreglaban sillas y trastos rotos, las Sinforosas, que eran familia de Manolito Cotán, Viriato…
Si que por cierto, junto con el otro Juan, Cabello, ¡cómo cantan!, oiga que maravilla. También he conocido a un Sr. que vendía helados por las calles, aunque él se ha esforzado en explicarme qué es un helado y…. no he conseguido saberlo, creo se llama Eusebio. También a una Sra., creo se llama Alegría, y tenía una tienda de chucherías, así como otra que se llama Clemencia, tío Bartolo, la Concha la Emilia, tío Amaro, que vendía chochos en la fiesta de San Juan, Vicente Zarza, un señor que me cuenta disfrutaba asustando a los chiquillos manchándolos con sangre de los cerdos que mataba en la calle del Hospital, tío Zollo,… el Pollo, que dice que tenía una fragua…. Qué gentes tan estupendas, cuando se enteraron que me echaban del pueblo vinieron todos a consolarme y me decían, sabemos que su Zalamea no tiene nada que ver con nuestro pueblo, ni con el de Extremadura…. Pero bueno lo nombra usted y…, pero bueno al menos me han puesto derecho, que ya es algo… ¿Y los maestros, entre todos había dos, D. Eugenio, y D. Justo….., no vea la que armaron, los otros se esforzaban en aplacarlos, querían reencarnarse y volver a la tierra,… un cisco…. ¿qué es eso de reencarnar?.....
Se dio media vuelta se envolvió en su capa y…. La verdad no sé si ha sido un sueño, porque me quedara dormido en el coche …, pero la verdad que fueron gentes que dejaron huella junto con otros muchos que se han quedado en la memoria de ese Lope, que quiso escribir y se acordó de una Zalamea, ¿cuál?...... Allí quedó mirándome a la luz de la luna, sin comprender su estado. No sé si pensar que me estoy volviendo loco, o que ando haciendo méritos para ello.
Julio del 2011.