martes, 2 de agosto de 2011

La fuente de Mingo Marcos

Tres documentos de archivo para la historia local.

Ricardo Gómez Ruiz

Ante las reticencias que ha despertado en ciertos sectores del pueblo la reconstrucción de la fuente situada frente a la huerta de El Cano, realizada por la Asociación Amigos del Patrimonio, gracias al trabajo desinteresado de José González, colaboración del Ayuntamiento y estudio que hice hace más de quince años, estimo conveniente puntualizar ciertas evidencias documentales e históricas para general información.

Tres escritos de archivo, todos correspondientes al último tercio del Siglo XVI, demuestran que la fuente Mingo Marcos, citada en nuestras Ordenanzas Municipales, estuvo localizada en el lugar donde en nuestro pueblo al menos hasta el reinado de Felipe II. Por causas que desconocemos, fue olvidada en la villa persistiendo en Sotiel.

A continuación exponemos dichas pruebas documentales:









En cuanto a la morfología de dicha fuente, he de reconocer que es una recreación aunque basada en fundamentos históricos que, a continuación, exponemos:

- La arcada de medio punto y la bóveda de medio cañón resueltas en ladrillo son soluciones arquitectónicas lógicas, robustas y fáciles de construir mediante formeros de madera. Fueron empleadas por los romanos, el románico y, más modernamente, en alcantarillas, pórticos de ermitas y contrafuertes.

- El agua ha sido siempre un bien escaso en estas tierras y origen de enfermedades y parásitos. Como en tiempos pasados los males eran achacables a acciones diabólicas, numerosos veneros medievales se ponían bajo la protección de santos con la intención de evitar el tifus, calenturas, disenterías y sanguijuelas.

- Sobre pilares, veredas y descansaderos eran comunes las cruces que hacían de humilladero para caminantes como demuestran numerosos documentos de archivo. De todas ellas solo nos queda hoy un topónimo: la Crucecita.

Sin ánimo de polémicas, una reflexión: la Historia, para ser ciencia, no puede basarse en opiniones sino en pruebas testificales escritas o restos arqueológicos. Todo lo demás es pura suposición que puede desviarnos por los caminos de la leyenda.