No voy a decir que esta sea la “verdad verdadera”, pero dado en la época en que ocurren estos hechos..... ¿por qué no podría ser así?
Veamos, es el siglo XVIII o XIX. Una familia de hacendados tiene unos hijos (hasta aquí normal). Una, de estos hijos, se enamora de un muchacho de casta más baja, digamos del Barrio o del Cabezo Martín. Lógicamente, (bueno lógicamente por la época) pero también por la época, época romántica y hermosa, su familia se opone y ella sigue enamorada.
Esta muchacha, enamorada, salía a escondida a encontrarse con su amado.... sus padres la descubren y la encierran en casa. Desde el ventanuco de aquel cuarto que daba a la calle, de poco tránsito, ella enviaba a su amado lánguidas miradas y ardorosos besos que eran retornados a la prisionera de aquél cubículo y recibidos con gran amor. Cansados y locos de amor, y deseos refrenados, él decide marcharse a hacer las América.... y volver con riquezas suficientes para poder acceder a su mano; se juran amor eterno, y en una tormentosa noche se despiden con ardorosos besos encaramado en aquella reja; baja hasta Sevilla, y en una de aquellas expediciones se embarca en un galeón con destino a Nueva España.
Ella, triste y compungida queda en su casa, durante algún tiempo más, encerrada en su “prisión”, ya que su padre no daba crédito a que se hubiese marchado.
Han pasado varios años, y ella, cada día subía hasta lo que hoy es la era de “Chuculin” para desde allí otear esa carretera del Tejarejo por la que la diligencia de la sierra bajaba y subía a Huelva desde la Sierra.
Él se esforzaba en trabajar y enviaba una carta casi a diario a su amada, carta que su padre se encargaba de hacer desaparecer, y cada vez que la veía regresar de aquel encinar la martirizaba diciéndole ¡¡no te quería, ni te quiere, te ha olvidado!!
Siguen pasando los años y su juventud marchitándose...... pensaba..... pensaba ¿será cierto que me olvidó?. Algunos día bajaba hasta el Pilar Viejo y esperaba el paso de la diligencia, la paraba y preguntaba.... ¿lo habéis visto? Un año, otro año más...., las cartas salían pero a su casa no llegaban, el padre se encargaba de irlas guardando en un arcón, incluso a escondidas de la madre.
Comienza a tener síntomas de enajenación ya que en su principio de locura, desde la encina, a la que seguía subiendo, lo veía agitar un pañuelo desde la lejanía de Corchito. Bajaba a todo correr hasta el Pilar Viejo.... en la diligencia no llegaba nadie. Ya en el pueblo se la conocía por la loca.
Sus desvaríos iban en aumento.... idas y venidas a la encina y al pilar, hasta que un día viendo que no llega a su casa fueron a buscarla y la encontraron colgando de un brazo de la encina.
Sería bonito seguir inventado historias.
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¿Por qué no podríamos explotar esta leyenda a la que acudirán enamorados a reverenciar a nuestra “loca” como en Italia o Teruel? Lo de los Capuletos y amantes de Teruel..... ¿ocurrió como ha pasado a nosotros? Seguro? Mi padre me contaba lo de la locura de esta señora, pero no decía el por qué, (solo decía, cosas de familia) y mi abuela desviaba la conversación.
En la feria de Zalamea del 2014. Pastor.
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