Creo que son contadas las veces que puedo haber faltado a la procesión de La Santa, como familiarmente se conoce a Santa Marina, pero siempre estuve para cantarle la misa; entre ellas cuando faltó mi amigo Domingo, que se que esa noche estará sentado en el pretil del campanario observando a su familia acercarse a ofrecerle su óbolo, a la Santa, cuando pare en la puerta de su casa llenando con su bendición hasta los más recónditos rincones, como acostumbraba a hacer junto a sus hijos y su mujer, mi amiga Juana. Si echáis una mirada hacia ese pretil, es seguro que lo vislumbrareis a los resplandores de los disparos para hacer huir los malos espíritus de la noche, y La Santa, pueda recorrer las calles de su aldea, incluso dirigirle la mirada a los que ya descansan en el Campo Santo.
La otra será este año por razones…, pero tendré en el pensamiento a todos mis amigos Villarejos, y con el pensamiento recorreré sus calles y entonaré sus coplas. Y hablando de coplas me viene a la memoria algo que el año pasado fueron capaces de recuperar, y junto a ellos lo canté en la puerta del desaparecido Vicente Caballero, los cantos del Santo Rosario. Dije en aquel momento ¿seréis capaces de seguirlo el año que viene y mantenerlo como remembranza de tiempos no tan lejanos? No sentiría más alegría que recibir noticias confirmando su recuperación.
Ella, estoy seguro no me pondrá falta, cuando plantándose en la puerta aviente su mirada por la explanada frente al Templo (porque es Templo, no es Ermita), y empiece a contar a los agolpados en su calle para verla salir, convencida y orgullosa del amor de sus vecinos.
La otra será este año por razones…, pero tendré en el pensamiento a todos mis amigos Villarejos, y con el pensamiento recorreré sus calles y entonaré sus coplas. Y hablando de coplas me viene a la memoria algo que el año pasado fueron capaces de recuperar, y junto a ellos lo canté en la puerta del desaparecido Vicente Caballero, los cantos del Santo Rosario. Dije en aquel momento ¿seréis capaces de seguirlo el año que viene y mantenerlo como remembranza de tiempos no tan lejanos? No sentiría más alegría que recibir noticias confirmando su recuperación.
Ella, estoy seguro no me pondrá falta, cuando plantándose en la puerta aviente su mirada por la explanada frente al Templo (porque es Templo, no es Ermita), y empiece a contar a los agolpados en su calle para verla salir, convencida y orgullosa del amor de sus vecinos.
Pastor, en Sevilla en el 2010.