miércoles, 13 de diciembre de 2006

El desperezo del ocaso

Fue martirizada en la ciudad de Siracusa, Sicilia, el 13 de diciembre del año 303. Huérfana de padre, su madre la quería casar con un hombre rico. Lucía alargaba la respuesta, ya que deseaba seguir siendo virgen. Como quiera que siguiera obstinada en no casarse, incluso había convencido a su madre, vendiendo los bienes y riquezas que poseían y repartiéndolos entre los pobres. El pretendiente rechazado la denunció al prefecto de la ciudad como maga y enemiga de los dioses. Llamada a declarar, se mantuvo firme y se negó a hacer ofrenda y sacrificios a los dioses. Fue condenada a ser llevada a una casa de lenocinio; montada en un carro para ir a ese lugar, los bueyes no avanzaron metro alguno. El prefecto denunció el caso como un acto de magia negra y diabólica. Mandó entonces hacer una hoguera y metió en ella a la joven Lucía, pero el fuego no le hizo ningún daño. Desesperado, atravesó el cuello de Lucía con una espada.

Normalmente la imagen de esta santa se presenta con una bandeja donde restan un par de ojos. Por esta causa es la patrona de los invidentes. Se le llama también la Santa Luminosa, ya que el día de su festividad, el 13 de diciembre, existe el dicho de que “mengua la noche y crece el día, y que por Navidad se verá”. El nombre de Lucía puede relacionarse asimismo con lux (luz, en latín),

Se trata de una figura ancestral y tiene una función interrumpida como portadora de luz en el oscuro invierno, por esta efeméride, a partir de hoy las tardes irán creciendo paulatinamente, haciendo que nuestro vahído invernal se vea liberado y afrontemos el devenir de los días con más soltura y, si cabe, más alegría. Nuestra cultura andaluza está basada en la luz, tanto en la forma de edificar nuestras viviendas, como en nuestra forma de comportarnos en la sociedad, por ello nuestro humor cambia en este periodo invernal con tan pocas horas de Sol. Las calles se presentan semivacías y la algarabía permanece en letargo, como aguardando el momento de eclosionar en jubilo y transmitir su corriente de vida. De momento el desperezo del ocaso se irá estirando en el horizonte de forma casi inapreciable, no será hasta, bien entrado enero, cuando empecemos a notarlo de forma clara. Pero de momento, es un alivio grande saber que a partir de hoy las noches no serán tan pesadas y que las tardes nos acompañaran, cada día, un ratito más.