La Navidad es la fiesta del retorno, del regreso. Unos vuelven al hogar del que se ausentaron y otros, desde el hogar, retornan a un pasado que siempre renace en estas fiestas tan entrañables.
Para unos, la Navidad, les trae el añorado y anhelado reencuentro con los seres queridos, con los amigos de la infancia y de la adolescencia, reencuentro también con el pueblo, donde viven eternas, las raíces del alma y cuyas calles, conservan ecos de aquellos juegos infantiles, que revoloteando vivos sobre empedrados de verdines marchitos, nos devuelven un retazo de esa vida, que va pasando entre dorados sueños y adorables recuerdos.
Para otros, la Navidad, es el regreso al pasado, a noches que nunca fueron oscuras, porque siempre las alumbró el dulce y cálido resplandor de la familia. Noches de villancicos, de comidas hechas, sobre anafes de siglos, con los exquisitos ingredientes, que con amor inmenso e infinito, madres y abuelas, les supieron poner felices; y aunque aquellas noches, ya se esfumaron en las brumas del tiempo, dejaron y dejaran siempre, la luminosa y bella estela de la Estrella de Belén, ésa Estrella, que nunca muere, y por eso, siempre vuelve en Navidad.
Felices Fiestas en nombre de “Amigos del Rosario” y en el mío propio.
Francisco Javier Martín-Consuegra Zorrero.
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