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Voy a la Delegación, cojo el coche y me dirijo al lugar. Por el camino me van informando. Un fuego rápido de copas que se está metiendo en Montesorromero y Las Delgadas. Ha pasado por el Zumajo como una exalación. Va muy rápido. En Los Pinos ya veo la columna de humo. La cosa es seria. Se empieza a sacar a la gente de las aldeas. En la curva del túnel, cuando se me abre el horizonte y diviso la zona que está ardiendo, se me ponen los pelos de punta.
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Los bomberos están defendiendo las casas y los patios. Los efectivos provinciales del Infoca ya hace tiempo que están trabajando y se están incorporando más efectivos de otras provincias. Hay ciudadanos que no quieren abandonar sus casas, sus animales, sus granjas. Pero no hay más remedio. O son las casas, los animales o las granjas o son las personas. Y no solamente eso. Si sabemos que queda alguien sin evacuar, absolutamente todos los medios estarán pendientes de esas personas. Si todos están fuera, los medios se pueden dedicar plenamente al incendio. Sigo hacia Las Delgadas. También está prácticamente evacuada. Hay una cañá en la que el fuego está muy vivo. Me muevo dos o tres veces hacia el cruce desde las aldeas y me informan que el incendio se dirige a El Berrocal, que probablemente haya que evacuarlo completamente. Mi compañera Ana Warleta se incorpora en aquel flanco y va preparando la evacuación. Me informan del hallazgo de un coche calcinado con dos personas en su interior. Se sella completamente la carretera de acceso a las aldeas. Nadie se mueve por allí. Sólo medios operativos.
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A partir de aquí todos conocemos la historia. Es una historia de solidaridad, de amistad y de empatía con los evacuados. Todo el pueblo se vuelca, cada uno con lo que tiene y con lo que puede. Medios materiales, conocimientos, trabajo, voluntariedad, acompañamiento y todo lo mejor que se puede pedir de un pueblo. Fueron tres días en aquel verano de dos mil cuatro, del que ahora se cumplen cinco años. Fueron tres días que pasarán a la historia íntima de Zalamea y de los zalameños.
Yo he tenido que estar en otros incendios (y los que me quedarán como siga así la cosa), pero en aquel, desde el punto de vista de la Protección Civil (todos somos Protección Civil), de la logística y de la emergencia, se actuó de forma modélica y ejemplar. Dar las gracias individualmente, a todos los que participaron, es imposible y siempre se quedarán personas o colectivos sin nombrar, por eso vaya este recuerdo para todos los que estuvieron allí hace cinco años.
Las fotos fantásticas que acompañan el artículo son del fotógrafo Muguruza. En la foto 1, miembros de un reten de Infoca ayudan a salir de una lengua de fuego a un compañero. En la foto 2, la técnica del 112 observa la devastación de las llamas. La foto 3 muestra la descarga de agua con retardante de un avión de carga en tierra.
Francisco Javier Agudo Ruiz