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Ávida de fiesta, la plebe se congregó masivamente en el Paseo Redondo para ver llegar a los Reyes Alfonso y Violanta. Una escolta condujo cadenciosamente a Sus Majestades hasta los Tronos, para que ocuparan un sitio de privilegio y contemplaran de primera mano la proclamación de las fiestas y las autoridades del pueblo, así como los responsables de la asociación Cistus JARA abrieron las jornadas con discursos festeros.
La nota negativa, la volvió a poner “El Caballero Negro”, que no quiso postrarse ante los Reyes en la presentación del Torneo Medieval. El Rey Alfonso ordenó apresarlo y lo condenó a muerte por decapitación, pero justo cuando iban a ejecutarlo, unos secuaces suyos irrumpieron para rescatarlo de un verdugo anhelante de sangre. Para amenizar la velada y animar a los congregados tras los incidentes, unas niñas danzaron desde el escenario para impregnar las Jornadas con aromas árabes.