El domingo 24 de mayo salimos de Zalamea antes de amanecer hacia el pueblo minero de Cala, desde allí emprenderíamos la nueva ruta que teníamos ya programada y que nos tendría que llevar a visitar la Mina de Teuler.
Una vez en Cala se nos presentó una mañana nublada y con amenaza de tormenta. A la salida del pueblo tomamos un camino angosto entre paredes de piedras, perfectamente conservadas, con grandes dehesas de alcornoques y encinas a un lado y a otro del camino; como nota curiosa, vimos alguna que otra dehesa con los alcornoques alineados como si de una formación del ejercito se tratara.
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El sendero que elegimos nos condujo por un sendero de gran calado histórico, ya que fue utilizada asiduamente por los contrabandistas en su paso para ir a Portugal y Extremadura. Cruzamos el “Arrollo de las Tres Encinas”, y durante unos momentos estuvimos en terreno de Extremadura. Siguiendo la ruta, nos volvimos a encontrar con el arrollo y tras cruzarlo de nuevo llegamos a una zona de recreo, donde el pueblo de Cala celebra su Romería de San Roque, aquí tomamos un bocadillo y enseguida emprendimos de nuevo la marcha. Con unos 6 Kilómetros andando, aceleramos un poco la marcha porque una tormenta nos acechaba de cerca.
El camino que tomamos nos hizo saltar de una orilla a otra, hasta que salimos del arrollo y cogimos un camino de gravilla para toparnos con la tormenta que venía siguiéndonos los pies; en este punto tuvimos que parar y resguardarnos del agua bajo una encina. Tras la tempestad, la calma, y el paisaje nos mostró una bella estampa con una dehesa repleta de olivares. Tras una fuerte subida coronamos el Puerto de la Legua, viendo en todo lo alto una gran casa abandonada (al parecer casa del ingeniero del poblado minero), y enseguida nos encontramos con la mina de Teuler.
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Vimos el poblado minero con sus casas totalmente derruidas. El enclave minero de Teuler pone la nota clara de este bucólico paisaje, pero tiene un interés visual por el contraste de colores en las paredes rocosas de la corta minera y la presencia de su lago.
Emprendimos el camino de regreso en compañía de tormentas que no querían dejarnos, y después de unos 23 Km bien aprovechados, llegamos de nuevo a Cala. Para descansar y reponer fuerzas, antes de partir a Zalamea, visitamos su mesón donde degustamos unas carnes a la brasa y vinos del lugar.
Hasta otra.