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Como si para acallar el ansia contenida de aquellos buscadores de gurumelos fuera, el otoño abre la antesala de la exploración de tan suculento manjar con la aparición en nuestros campos de otros frutos terrestres, no menos importantes para los estómagos más aguerridos de Zalamea. Sin pincho para gurumelos, pero con cesta y una pequeña navaja, el campo ya está siendo surcado por muchos buscadores de tesoros culinarios, al encuentro de la tierra húmeda, esa que nos ofrece las más delicadas setas para el paladar. A las más que abundantes josefitas se unen tontullos, gallipiernos, tanas o rebollones, que , al igual que los gurumelos, deleitan a su beneficiario por partida doble: primero cuando los encuentra bajo una encina, en una cañada, pegado a una roca o en un llano; y cuando los degusta, asados, rebozados, macerados o revueltos.Un consejo gastronómico: una gran fritada de josefitas, con cebolla fresca y patatas fritas, y todo ello, revuelto con huevos de un gallinero zalameño......para chuparse los dedos.