Huelva, 8 de la tarde. Sentado junto al muelle de Riotinto, miro alguna
que otra barca deslizándose por las aguas que vienen desde Zalamea, y más
arriba, desde Marimateos, en la sierra de Aracena, donde parece que nace. Le
llaman el muelle del Tinto pero está en el río Odiel (es como lo de monumento a
la fe descubridora que algunos “biempensantes” quieren endosarle al Monumento a
Colón) allí donde se unen los dos ríos que abrazan el término municipal de Zalamea:
uno compartido con Calañas y otro con Berrocal.
He pintado muchas veces este viejo y entrañable monumento de hierro y
madera. De niño nos bañábamos cerca de él, en la playa de La Gilda.
¡Vaya, hombre! el puñetero teléfono móvil que no cesa: “¿Toti? soy
Ricardo, que tengo aquí delante tu
relato en el periódico sobre Grecia, y no entiendo bien lo que quieres decir
sobre un tal Zhúkov”. -Ah, el que dice que Alemania se está haciendo con Europa, y que últimamente ha invadido a
una Grecia que se ha rendido incondicionalmente.
“Eso, eso”. Escribo eso –le digo- para quienes confían en que los
europeos reaccionarán contra la invasión monetaria de los ejércitos financieros,
encabezados por los banco-panzer alemanes, que el Mariscal Zhúkov con su
ejército rojo venció cuando eran panzer-panzer. El señor mariscal de marras,
amigo Ricardo, no está ya disponible para hacer retroceder al ejército bancario
pangermano de nuevo hasta Berlín.
Los países palmeros de la señora Merkel se escandalizan, porque les
invadan los refugiados de las guerras que el dúo UE-USA han desencadenado en
Irak, Siria, Libia…, gracias a los obuses de Bush, Aznar, Blair y el resto de
la banda. Música maestro (fúnebre, por supuesto).
Vicente Toti
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