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El Zalamea dio buena imagen esta tarde en Nerva enpatando 2-2, pero careció de oficio cuando, tras remontar el gol local y ponerse con 1-2, su juego cayó preso del nerviosismo imperante. El árbitro, contagiado por la grada y el equipo local, buscó equivocadamente compensar la balanza. Hay que ser d Perogrullo y mal colegiado para señalar como penalti una acción de juego peligroso dentro del área, una jugada que debería haber finalizado antes por un codazo en la cara a José Javier. Antes Pablo Matilla vio la segunda amarilla por desplazar un balón tras estar el tiempo parado, y la primera la vio cuando, tras retirarse Muñiz lesionado, entró en el campo para sustituirlo antes que lo anotara en su libreta.