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Me gusta tanto comerlos como buscarlos, aunque yo no he salido a mis abuelos Benito y Paula que traían llenas unas enormes cestas, de las que nunca empezaban el reparto hasta que yo no llegaba a su casa y mi abuelo me daba el más grande.
Como os decía me encanta ir a buscarlos, para mí hay pocas cosas tan bonitas como lo de después de almorzar coger el picho e ir a echar un ratito. Normalmente vuelvo con el picho lleno de tierra de levantar hormigueros y la cesta vacía, pero como dice el fandango: “Ay si supieran la gente esos ratitos cuánto valen”.
Bueno solo quería compartir este recuerdo con tod@s vosotr@s, y supongo que muchos de los que lo lean estén también deseando que en su casa cuando vuelva por vacaciones haya un par de cucharritos esperándolos.
Un abrazo
Manoli Carrere