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Acaba nuestra feria y también el verano, después de la explosión de la última fiesta veraniega en Zalamea, el síndrome pos-vacacional nos inunda recordando los mejores momentos de las vacaciones, comienza el trabajo, los estudios, el otoño… y para colmo comienza a llover, parece que estaban esperando a que la feria acabara para romperse las tuberías del cielo y así lavar las calles, borrando los restos de una feria inolvidable. Aún así cuando percibimos el olor a tierra mojada llega a nosotros la bonita sensación que nos recuerda una Zalamea distinta. Nuestro pueblo sigue existiendo, y nos trae el recuerdo de una estación encantadora.
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