martes, 3 de noviembre de 2015

Inteligencia emocional

Seguramente habéis utilizado alguna vez la palabra inteligencia para definir la capacidad de una persona, sobre la vuestra misma, para definir alguna situación que se ha llevado a cabo con mucha inteligencia, etc…, pero me gustaría hablaros de algo más concreto como es la inteligencia emocional.

Las mismas palabras nos indican más o menos de que se puede tratar, inteligencia y emoción. Inteligencia es la habilidad, la capacidad de organizar o gestionar algo y emoción, emociones como la alegría, la ira, la tristeza, la sorpresa y todas aquellas que hayáis podido experimentar alguna vez.

Por lo que la inteligencia emocional se trata de la capacidad que tiene una persona para manejar, entender, seleccionar y trabajar con sus emociones en ciertas situaciones.

¿Te has parado a pensar cómo manejas tus emociones? ¿Si entiendes lo que sientes cuando te pasa algo que no esperabas? ¿Identificas las primeras impresiones y las gestionas bien para que no te influyan de manera negativa? Son tantas las preguntas que deberíamos hacernos para conocernos mejor que básicamente nos las saltamos todas.

Actuamos por primeras impresiones, por impulsos y eso a veces no nos beneficia para nada. ¿Cuántas veces te has fijado en los demás para compararte con ellos? Lo primero que debo deciros es que es hora de dejar de compararse. Solo con nombrar esa palabra estamos intentando poner al mismo nivel dos cosas que son muy distintas y por lo que creo, bueno creo no…afirmo, que dos cosas distintas no pueden compararse porque no tienen las mismas cualidades para poder hacerlo.

Y la cosa es que solemos hacerlo muy a menudo. Cuando vamos a comprarnos ropa, cuando vamos a la peluquería, cuando escuchamos a alguien dar una charla y envidiamos la forma en la que se desenvuelve, cuando nos comparamos con nuestro hermano porque él hace algo mejor que yo, en mi trabajo y así tantas situaciones como queramos contar.

Compararnos es intentar saber quién es mejor o quién peor. Entramos en una valoración que nos puede llevar a confusiones no reales y que las hacemos como si lo fueran. Nosotros mismos mimamos nuestra autoestima, no la cuidamos y por ello a veces flaqueamos.

Tu inteligencia emocional se desarrollará si te conoces a ti mismo cómo a veces intentamos conocer a los demás. A veces estamos tan centrados en lo que nos rodea que olvidamos el instrumento, el medio por el que captamos lo que percibimos, nuestro cuerpo. Es cómo intentar escuchar a alguien que nos llama al teléfono móvil con el auricular roto, no lo escuchamos bien y podemos entender mal el mensaje.

Debemos aprender a escucharnos, a entender lo que sentimos, lo que pensamos y lo que interpretamos de una situación. Tenemos que intentar no llegar a malentendidos, no dejar que esas primeras impresiones o la baja autoestima nos fastidien aún más. Para ello tenemos que comenzar a preguntarnos quiénes somos, qué es lo que hacemos aquí y para qué, con qué objetivo y si vamos por el buen camino.

La primera pregunta quizás es una de las más difíciles de responder aunque no lo parezca. Intentad dejar de pensar en qué tengo que hacer ahora, dejar de pensar un segundo en el futuro próximo ya que continuamente nos hace perder el presente del aquí y ahora. Ahora mismo estás leyendo esto, no intentes estar pendiente de otras muchas cosas porque así, de esta manera, nunca lograrás dar el 100% de ti ya sea en este momento cómo en otro cualquiera. La capacidad de concentración es importante para poder hacer este ejercicio cada vez que lo necesitemos.

Vamos a intentar definirnos, mentalmente o si queréis podemos coger papel y lápiz para visualizarlo aún mejor. Descríbete con palabras o frases cortas, sé sincero porque si no de nada sirve lo que vayas a hacer y eso sí que sería perder el tiempo. Describe rasgos de tu personalidad, si eres paciente, si tienes carácter, si eres habilidoso en alguna faceta o también si no eres tan bueno en algo, si eres torpe, si no eres una persona constante, etc…todo aquello que le diríais a una persona que no conocéis de nada para que se pudiera hacer una idea aproximada de quiénes sois.

Pero no hablo de soy bueno en tal y tal cosa, la pregunta que deberíamos intentar responder sería ¿qué siento o quién me considero que soy? Es decir, buena persona, intento ayudar a los demás, siento que no me valoran por esto en concreto…intentad desde las entrañas sacar lo que tenéis dentro, lo que nunca tenéis tiempo de escuchar por las prisas, las modas o las normas que nos imponen la sociedad, olvídate un segundo de lo que te rodea y escúchate a ti mismo.

Cuando lo hayas hecho, si has sido sincero podremos trabajar con ello y mejorar en lo que lo necesitemos. Ahora os pregunto ¿de dónde creéis que vienen algunas de vuestras valoraciones? ¿Son opiniones propias o son etiquetas que os han asignado los demás? Cómo os dije antes, para poder gestionar nuestras emociones de manera correcta, primero debemos conocernos en profundidad, por ello todo esto.

Si pensáis bien cómo os sentís o cómo os han hecho sentir alguna vez podremos sacar valoraciones propias, cómo pensáis que sois o cómo pensáis que os ven el resto de personas. Seguramente más de una vez os habréis valorado según lo que ha pensado o lo que creéis que estarán pensando los demás de vosotros. Y si es así, ¿creéis que lo estáis haciendo bien? Si una persona piensa que eres un torpe porque una vez se te calló algo al suelo, o si no sois inteligentes porque no fuisteis capaces de aprobar un examen…, si pensáis que es la verdad absoluta y lo acogéis como un rasgo estable de vuestra personalidad, posiblemente al final acabarás actuando como crees que eres, afirmando lo que los demás piensan de ti. Si dejásemos de definirnos por lo que otros piensan o dicen de nosotros, nos quedaríamos tan vacíos que sería cuando podríamos comenzar a trabajar bien en quienes somos realmente.

Poner o ponernos etiquetas hace que nos creamos que somos de esa manera, y cómo pensamos que somos así…, actuamos en consecuencia a nuestras creencias. Si pienso que soy torpe y que caeré esa bandeja que llevo en mi mano, al final acabarás cayéndola al suelo y cómo decíamos antes, confirmarás tu valor de torpeza. Pero realmente eso te pasa porque si piensas que lo eres, vas con tal inseguridad que tu cuerpo temblará porque no confías en ti mismo. Si crees que algo es posible tu mente y tu cuerpo se preparará para ello, por el contrario si piensas que no lo lograrás…tus neuronas ni se plantearán mover ni un axón para llegar a tu objetivo.

Con todo esto quiero que pienses que si tus valores o el concepto que tienes de ti mismo es porque los demás te lo han implantado o por qué tú de verdad lo crees. La autoestima se construye por el concepto que tienen los demás de nosotros desde que somos bebés, son los demás los encargados de llenar nuestra vacía botella de sentimientos, sensaciones y valores para después nosotros utilizarlos como herramientas y podernos enfrentarnos a la vida de la mejor manera posible. Pero no siempre nos dotan de las mejores cualidades y es cuando comenzamos a no sentirnos a gusto.

No dejes que los demás te definan ya que eso solo lo puedes hacer tú mismo si escuchas a tu cuerpo y a tu mente. A menudo éstos dos últimos nos mandan señales que ignoramos y qué no sabemos interpretar, de ahí la frase de…hasta que lo que pensemos, lo que digamos y lo que hagamos no estén en completa armonía no estaremos bien con nosotros mismos, ya la he nombrado alguna vez pero me gusta recordarla.

El cuerpo es tan inteligente que si supiéramos gestionar y manejar las emociones de manera adecuada, todo resultaría más fácil de lo que nosotros mismos lo hacemos. Si alguna vez te sientes inferior, no lo escondas…estúdiate, entiende por qué sientes eso, a qué es debido e intenta entrenar eso que te falta y motívate para conseguirlo. Si no eres capaz de ver tus debilidades, nunca podrás mejorar, cosa que normalmente intentamos esconder porque nos sentimos avergonzados por lo que pensarán los demás si no sabemos hacer tal cosa.

Solo te digo, que las personas están demasiado ocupadas en ellas mismas cómo para fijarse en ti tanto cómo crees. Los errores son algo más común de lo que piensas, continuamente los demás se equivocan igual o más que tú pero estás tan preocupado en caerles bien y en ser aceptado por ellos que te olvidas de lo que sientes, de lo que necesitas realmente porque lo que necesitas no es sentirte aceptado por los demás, sino de aceptarte tú mismo tal y cómo eres, a partir de ahí te aseguro que todo sería mucho mejor.

Conócete cómo te mereces, porque nacimos para algo importante, para disfrutar, para no tener miedos, porque si no tuvieras miedo a lo que piensan los demás seguro que habrías intentado conseguir o hacer algo en tu vida mucho más satisfactorio que lo que has hecho o estás haciendo, seguro que si conocieras el potencial que llevas dentro te quedarías alucinado.

Si te has fijado, a lo largo de todo el texto hay una palabra que se ha nombrado repetidamente “los demás”, y os la resalto por lo mismo porque si te paras a pensar un segundo…¿cuántas veces hablamos o no hablamos o hacemos o no hacemos algo…por miedo a los demás? Los demás nos condicionan muchísimo, haciendo que no nos comportemos como de verdad somos. Nos limitan nuestras cualidades así como el poder entrenar nuestras debilidades, no dejes que los demás te influyan en exceso.

Recuerda, los demás están demás.

Os dejo una frase: “Un pájaro posado en un árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama sino en sus propias alas” Cree siempre en ti.

LAS CRITICAS ME AFECTARAN TANTO COMO YO DEJE QUE ME AFECTEN 

Patricia Gómez, psicóloga de Zalamea la Real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario