lunes, 11 de septiembre de 2006

Hasta la próxima



En la noche de ayer, un año más, los fuegos artificiales fueron el epílogo de nuestra feria septembrina. El domingo de feria es un contraste de sensaciones, donde mucha gente se dispone a retomar su camino, otros viven el momento con pequeños resquicios de alegría (a pesar del cansancio acumulado durante las largas jornadas de disfrute y desenfreno); mientras que una amplia mayoría de zalameños apesadumbrados, despiden, con cierta nostalgia, los buenos momentos vividos en compañía de amistades. Escenas que recorren nuestra mente en estos momentos de pesarosa resaca.
Feria la vivida, de la que muchos dirán que fue como todas las demás, pero para los buenos feriantes nada es igual de un año para otro. Cambian las circunstancias, las personas, los acontecimientos, y sobre todo esos momentos irrepetibles que son inenarrables, porque son vividos en su momento y en unas circunstancias muy especiales. De ahi surge la magia de la feria y su gente, de esos pequeños detalles que llenan los recuerdos imborrables.
La exaltación de luces y destellos en el cielo de nuestro pueblo, se graban en nuestras retinas, provocando una sensación agridulce; por una parte alegría por la contemplación de nuestra torre atractivamente iluminada, pero por otra parte, una sensación de apatía nos invade el ánimo. Las luces que alegraban nuestras calles se apagan, los días se acortan, empieza a refrescar y “llega el invierno”. Época donde se plasma una tonalidad distinta, las calles pierden la algarabía y se quedan sordas en su recogimiento aletargado, manteniéndose, únicamente, por la constancia de sus paisanos, que retornan en sus quehaceres diarios. Dispuestos a mantener el pulso de la perseverancia y del trabajo, en definitiva, continua la vida en Zalamea La Real.


Tarde para el olvido

En el toreo no hay termino medio, desde la antigüedad los polos opuestos se dan la mano para mantener la fiesta; nada más que tenemos que observar por ejemplo conceptos opuestos como el sol y la sombra, el triunfo y la tragedia, la cal y la arena, la ovación y la bronca que hacen al toreo un espectáculo de verdades, absolutas verdades que calan en el aficionado que ve una corrida de toros. El polo negativo, bastante negativo nos toco vivirlo ayer en el festejo sin picadores programado para el domingo de feria, después de la gran corrida de toros del sábado.

Empezó el festejo con la baja por lesión de muñeca izquierda de Manuel Fernández Mazzantini, el cual fue sustituido por Juan Carrasco “El Bache” natural de Jerez de los Caballeros, convirtiéndose en un mano a mano entre este novillero y el anunciado Alejandro Peña dispuestos a torear un bien presentado encierro de Javier Pérez-Tabernero Sánchez.

El paseíllo eliminó toda clase de ilusiones al comprobar que solo una cuadrilla junto a los dos matadores, es decir cinco hombres se disponían a lidiar el encierro sin ánimo, con suma desgana que rápidamente hizo que el tedio se apoderara de un cuarto de plaza que allí estábamos presentes. Nada digno de mención, todo vano de ilusión, de ganas, de torería y de fundamentos de tauromaquia. Los toreros no tuvieron recursos para salir airosos del buen son de los novillos, que prácticamente llevaban el orden de la lidia, es decir se hacía lo que el toro quería, ni más ni menos y mejor no hablemos del tercio de banderillas ya que los tres subalternos actuantes, solo tres, con un miedo atónito y con más pinta de aficionados que de toreros, no conseguían clavar ni tres banderillas en un mismo novillo; llegando el presidente a cambiar el tercio con un solo palo, tras mil y un intento. El sabio público vio como sus ilusiones de ver un festejo entretenido y serio, no más, se vieron desvanecidas al primer toque de clarín.

Lamentable espectáculo el vivido en Zalamea, digno de ser olvidado cuanto antes de la memoria del buen aficionado, pero no olvidado por la empresa y colaboradores que deben hacer que estos penosos festejos dejen de celebrarse, no solo en Zalamea, sino en cualquier plaza de toros.

Eduardo Vázquez Zarza

Toros y toreros triunfan en la Taurina Zalamea.

Todo pueblo taurino, tiene su maneras de contemplar la tauromaquia y Zalamea como no, posee la suya propia, la de premiar con trofeos y hacer que los diestros se vuelquen con su afición, además de saber apreciar la importancia que tiene ponerse delante de un toro. Esto no quiere decir triunfalismo, sino dar a los toreros trofeos por el buen hacer con los trastos, ni más ni menos.
Con tres cuartos de plaza, a la hora en punto y como mandan los cánones comenzó el paseíllo. Este lo hacían los tres diestros anunciados que vinieron a este viejo pueblo, cargados de ganas y ansias de triunfo, conocedores de la solera de la plaza Zalameña.
La terna estoquearía un bien presentado encierro de Guadalmena que sustituiría al anunciado, decisión acertadísima ya que el ganado, bajos de casta aunque muy nobles hicieron que esa tarde pasara a la historia de este bicentenario coso.
Es de destacar que abriesen el paseíllo los añorados alguaciles, que vuelven a Zalamea tras años de ausencia, así como la elegancia de las mujeres ataviadas con preciosas mantillas en el palco, ya que todos estos detalles le dan más prestancia al espectáculo y mantienen nuestra querida solera.
Una vez cambiado la seda por el percal, Dávila Miura (Azul marino y oro) comenzó su faena ante un toro abanto, sin fijeza al que tras el puyazo reglamentario realizo un quite por verónicas digno de mención. Con la muleta el torero lo intento, encelo al astado que siempre a media altura embestía sin trasmitir y con la zurda el toro vino a menos. Colocó un certero bajonazo, pero siempre bajonazo y se le pidieron y la presidencia concedió dos apéndices.
Con el cuarto el sevillano se encontró con el mejor toro de la tarde. Un toro pronto, con tranco y muy noble, al que supo entender a la perfección; comenzó la faena citando al toro con la diestra desde largo y lo llevo embebido en la franela, ya que este repetía incansable con ganas de comerse la tela. Toreó cruzado y ligado en su última actuación en la provincia de Huelva, consiguiendo plasmar naturales de gran plasticidad aunque con poca hondura. En la suerte suprema tras una estocada caída, dos descabellos y un aviso fue premiado con una oreja. Dávila toreo bien en Zalamea ante su próxima retirada del toreo el 12 de octubre en la Maestranza Sevillana, mandó y templó pero quizás le falto sentimiento.

El segundo diestro, José Mari Manzanares (Turquesa y oro con remates en blanco) vino a Zalamea a realizar el toreo que este año esta derrochando, ese toreo serio con hondura, gusto, empaque y torería al que el alicantino a decir verdad no nos tenia acostumbrados, y claro esta, es el que le proporciona éxitos en las plazas más importantes de España.
En el primero de su lote, un toro serio y bien puesto poco pudo hacer el diestro ante las complicaciones de su oponente, lo intento y aún así saco trazos de gran profundidad; faena de poca emoción pero de gran calado para el aficionado, ya que en las manos de este joven José Mari no se vieron las dificultades de un toro que derrotaba arriba y pasaba en su embestida sin codicia alguna. De un espectacular volapié y como se debe de hacer siempre por derecho, hizo rodar al astado otorgándosele dos orejas.
El quinto mostró más fijeza desde la salida y Manzanares vino a triunfar y triunfó, ya que tras una buena brega de su banderillero Manuel Rodríguez “El Mangui”, cogió los trastos y encandilo con la derecha con ligazón, cruzándose al pitón contrario y olvidando ese toreo rectilíneo que le caracterizaba.
Fue una faena de naturales preciosos y bellísimos pases de pechos como deben de ser, al hombro contrario; también dibujó mágicas trincherillas y pases de la firma todo un lujo para los sentidos con el toreo más hondo que hace de él un torero nuevo, con proyección de verdadera figura. El toreo de sentimiento es el que fomenta la afición, el arte en estado puro y hacen de la fiesta lo que es, algo mágicamente estético.
Con la zurda llevo planchada la muleta sin ayuda y consiguió rematar la faena propinándole al noble toro jiennense una estocada que le valió para pasear dos trofeos.
Rematadísima actuación de Manzanares, que hizo el toreo en su justa medida, mostrando despaciosidad, buenos toreos en redondo, torería en sus trazos, naturales de mucha profundidad y certeras estocadas.

El tercer espada mostró su corte y concepto de toreo en sus dos oponentes. Eduardo Gallo (Malva y oro con remates en blanco) bordó el toreo en toda su extensión, con el capote dibujó preciosas verónicas a pies juntos con las que consiguió parar a su primero que al igual que sus hermanos salía suelto del tercio de varas.
En el último tercio, el diestro salmantino mimó la embestida del tercer toro, que no dejo de hacer amagos de rajarse. Gallo toreo gustándose, llegando al toreo más puro y ligado con la zurda componiendo naturales de hondura que remato con sendos circulares invertidos y garbosas trincherillas; terminó con una tanda de pases a pies juntos que gusto mucho al respetable. A la hora de matar cuadró, se colocó y mató con estocada hasta los gavilanes que le hizo pasear las dos orejas y el rabo por el anillo del coso Zalameño. La presidencia concedió la vuelta al toro que se arrastró entre división de opiniones, ya que el toro según la mayoría no era merecedor de esta, pero el asesor taurino usando el poder de la presidencia la concedió.
Esta vuelta hace olvidar al gran cuarto toro y al buen sexto por el pitón derecho.
Con el último astado llego lo más destacado de la tarde, Eduardo Gallo desplegó su particular abanico de sentidos y encandilo a la afición zalamera con su toreo de rectitud, quietud, ligazón y sobre todo naturalidad delante de la cara del animal. Durante la lidia destacar al banderillero Domingo Siro que colocó un gran par, cuadrando en la cara del animal lo que le llevo a saludar desde el tercio.
Una vez montera en mano, el salmantino se dirigió al diestro sevillano Dávila Miura para brindarle, quizás el último toro como compañero de terna.
Estuvo centrado Gallo y cuajo grandes tandas de derechazos de buena profundidad ante un toro que embestía pronto y con clase por el pitón derecho; cambiándose de mano consiguió la naturalidad de un buen natural y con la rectitud y porte característico hizo vibrar al tendido. Una vez con la espada de verdad, hizo llegar el sabio silencio, no maestrante, zalameño para que el joven matador toreara al natural con la hondura y el empaque de un gran torero. Mató de certera estocada y toco pelo con dos orejas. Zalamea disfruto mucho con este torero y comprobó que aquel dicho popular salmantino que comenta que Salamanca es Arte, Saber y Toros no es para menos.
Al finalizar el festejo se vivió otro momento inenarrable cuando los tres toreros, junto con el mayoral de Guadalmena salieron a hombros entre palmas y vítores del respetable, que sin moverse de sus localidades y puesto en pie, pensaban que lo que allí se estaba viviendo no se debería jamás de haber perdido.
Ahora toca hacer balance, comprobar los detalles que hacen que la fiesta nacional luzca en nuestro pueblo con todo su esplendor, crear festejos rematados y por supuesto hacerlos respetar. Por parte los aficionados debemos de respetar los carteles, seguir creando ambiente y ese inigualable sabor taurino, e intentar de no levantar rumores absurdos de los cuales la mayor perdedora es la solera de nuestra plaza de toros.

Eduardo Vázquez Zarza

Sábado de feria



Fotografías: Victor Millán - Vicente Oliva

domingo, 10 de septiembre de 2006

Feria taurina

Mañana lunes 11 de septiembre, La Otra Mirada publicará una extensa crónica de los dos espectáculos taurinos. Donde se relatará, junto con un amplio reportaje gráfico, todo lo sucedido en la exitosa corrida que se celebró en el día de ayer en el coso zalameño, así como la crónica de la novillada de hoy.

sábado, 9 de septiembre de 2006

Viernes de Feria

Llega el cuarto día de fiesta. Viernes 9 de septiembre. Puerta y antesala al fin de semana grande de la feria zalameña. El rumor en el recinto se acrecenta. Las casetas y las calles albergan en su interior un grupo más nutrido de visitantes que en días anteriores. El fin de semana habilita esta opción. El zalameño que trabaja fuera aprovecha estos días de descanso para trasladarse a su pueblo. Saludos y abrazos.

En el meridiano del día, tímidamente, el primer reguero de personas, empieza a dotar de color a la escena septembrina. Sin darnos cuenta, el recinto va tomando la forma que le caracteriza en la Feria de día. El calor se hace sofocante, aunque no consigue derrumbar el ánimo del zalameño. Hoy es el día de la música, el día del baile, el día de los contrastes. Por un lado muchas zalameñas salen a la calle ataviadas con el traje flamenco. Las telas entalladas, los volantes y complementos generan un curioso abanico de colores, aumentando el encanto y atractivo de la Feria zalameña. Unos metros más abajo se produce el trueque de estilos. La percusión de la batucada, atrae a fuerza de ritmo a los zalameños. Baile y movimiento en estilo puro, que en ocasiones deja perplejo al improvisado observador. Algunos zalameños, se animan y entran a formar parte del derroche de ritmo, uniéndose a los componentes del grupo. Éste continua su marcha por el recinto ferial, llevando tras de sí a un grupo de admiradores de la “danza brasileña y de sus intérpretes y danzarines”. En la caseta de la Charanga, aumenta la juerga. Pieza, tras pieza, sus componentes van haciendo un repaso a su tradicional repertorio. Bailes espontáneos surgen ante el recital musical. Mientras tanto en el coso taurino, se dan los paso previos al desencajonamiento. Una gran cantidad de personas asiste a la cita. LLega la hora marcada. Incertidumbre. El camión que traslada a los animales se hace de rogar y retrasa su llegada a la plaza taurina. Es el momento de la espera. Entrando ya la noche, se realiza el manifiesto. Las luces, sin traje, iluminan el acto.
Llegan las horas del intercambio. Mientras muchos zalameños enfilan el camino hacia sus casas para relajarse para la posterior salida, otros toman ya el recinto ferial, preparados para atacar esta cuarta noche. Las casetas acogen cenas de reuniones. Sin embargo, en muchos casos, hoy el ritmo de la feria cambia. La premura se hace protagonista. El Objetivo: La Caseta Municipal. Hay que ser previsores y coger un buen sitio para la actuación estelar de la Feria. Llega la 1 de la noche, y sobre el escenario, aparece Valderrama. Una abarrotadísima caseta municpal, acompaña durante casi una hora, al cantante, que muestra gran parte se su repertorio. Los asistentes acaban muy satisfechos con la actuación. No hay tiempo para el descanso. Casi simultáneamente, la orquesta afincada en el otro escenario, vuelve a dar por abierto el baile. El ritual de cada noche se pone en marcha de nuevo. El día grande de la Feria está a la vuelta de la esquina.








































Juan Lancha, ¡comienza la faena!

Yo lo recuerdo de siempre en la puerta de toriles, rincón de ilusiones de todos los aficionados al arte del toreo zalameño. Siempre con la mirada fija en el palco de autoridades, a la espera del blanco pañuelo de Cándido Caro, postrado sobre la barandilla de la Presidencia atado a una cuerda guita amarilla.. En ese momento, comienza la Fiesta. Cerrojo en mano y ehhh toro,....toro. Juan Lancha, en la grada de su Plaza de Toros, porque es parte de su casa, en barrera, como los buenos aficionados ( y qué vamos a decir de él), nos atiende cordialmente ante nuestra solicitud de entrevista.
Con la mirada puesta en los operararios que riegan el albero del coso taurino, pero sin quitar ojo de las puertas de Toriles, su fortaleza taurina de Zalamea, Juan Lancha responde con humildad a las preguntas que le vamos lanzando.
Desde 1986, hace ya 20 años justos, tomó el testigo dejado por su padre, al que todos también pensamos, como imágenes imperecederas, en Toriles. La afición, como siempre, de sus ancestros. Por supuesto de Juan Lancha padre, y más allá, en el recuerdo de su infancia, del campo, de su abuelo, del cuidado del ganado bravo. Le preguntamos si tiene miedo. Desde luego, después, al verlo encerrar a los toros del manifiesto en los corrales, todos alababan su valentía: Juan, los toros estarán encerraos, pero hay que tener muchos cojones pa está ahí abajo, le gritaba desde lo alto Antonio el Brujo. Pero dice que el miedo lo tuvo el primer día...como los toreros....ya después no. Quizás, eso sí, mucho respeto.
Recuerda muchas anécdotas, buenas y malas, que todo hay: .....recuerdo haber dejado el último toro del manifiesto en la Plaza, porque se hacía de noche y ya no se veía....le dejábamos la puerta de los corrales abierta, para que entrara solo.....después veníamos de la feria, a las dos o las tres de la mañana, con linternas, para ver si había entrado. También nos habla de una importante cogida.....a Gabriel de la Casa lo cogió ahí, cerca del burladero,....el toro lo empitonó.....le arrancó los testículos y éstos cayeron al albero. Entonces el médico de la Plaza tuvo que mandarlo rápidamente a Huelva, y después a Sevilla, porque aún no existía en Hospital de Riotinto.
Respecto a buenas faenas, recuerda muchas. Otras malas, pero de eso.....hay que levantar la Fiesta, y mejor no hablar de las cosas malas. Si nos habla de la mejor faena realizada en Zalamea, a pesar de no haber estado presente, puesto que fue el año que él nació: se refiere a la de El Tano, en 1956.
Para acabar, esboza una sonrisa porque se siente satisfecho al ver la plaza llena en el desencajonamiento....en Zalamea sigue viniendo mucha gente a los toros, sobre todo mucha juventud, que es importante que se incorpore a la fiesta.
El manifiesto está a punto de comenzar y llaman a Juan. ¡Juan la última!: ¿hasta cuándo abriéndo Toriles?.....hasta que el cuerpo aguante.

Tarde de Manifiesto

A pesar del la brisa excesivamente cálida que adornaba la tarde del viernes de feria, los muchos aficionados a la Fiesta Nacional de Zalamea y alrededores, dejaron el tentempié vespertino en la barra de sus casetas para acercarse al conocido Desencajonamiento. Miembros de la Peña Taurina de Zalamea, encargados al efecto de llevar a cabo todo el ritual en la trastienda del coso taurino, nos indicaban que este acto es esencial para que el aforo de la Plaza sea más o menos decente, en función de la categoría del ganado mostrado. Pues bien, rozando la hora señalada, las 7 de la tarde, el recinto torero estaba casi a rebosar, agolpada la afición entre sol y sombra de nuestro bello coso. Todo estaba preparado para la salida de los bovinos al albero. La gente expectante. Los operarios tras los burladeros, .... Y los minutos pasaron y pasaron, y la impaciencia del respetable comenzó a componer música de viento. Casi cuarenta y cinco minutos después, una inmensa pizarra portada por Jiménez y Sarmiento, a modo de ring de boxeo, mostraba la noticia: el manifiesto se retrasa una hora por accidente. Dos orejas y rabo para los de la pizarra, que aguantaron todo tipo de improperios (imagínense la imagen)
Los corrales eran un hervidero, la gente comenzó la marcha hacía el recinto ferial, y los encargados de ofrecer a los zalameños el espectáculo no dejaban de maldecir.Localizado el camión cerca de Valverde, los móviles de los pocos que habían quedado en el coso comenzaron a engrosar las arcas de sus respectivas compañías de telefonía....en diez minutos están aquí.....veniros que ya va a empezar....corred que los toros están al llegar... Y así fue. Casi dos horas después, bajo la luz artificial del tungsteno de los focos de la plaza, los toros, uno a uno, directamente desde el camión, atravesaba los corrales hasta la plaza, enseñaba su talante a los presentes, y de vuelta al cajón. La afición, a primera vista, quedó contenta con lo mostrado. Hoy se verá en el aforo taurómaco de Zalamea.

viernes, 8 de septiembre de 2006

Jueves de Feria

Jueves de septiembre. Jueves zalameño. El tercer día de feria se presenta iluminado. Sol que entierra a la lluvia. Los zalameños se entregan a una nueva jornada en el discurrir diario de la feria. Las casetas del recinto recogen risas, conversaciones. El olor a comida se mezcla con estos sonidos creando el típico velo característico de feria. Es la feria de este año. Estampas actuales que podrían corresponder con la de cualquier época pasada. Nuevas modas. Más arrugas. Jóvenes que suben peldaños y descubren nuevas formas de concebir la fiesta. La vida sigue su proceso natural y coloca a cada zalameño en su nuevo papel. Faltan caras conocidas. Otras se van haciendo familiares en el recinto. La Feria no obstante avanza en su camino.

Son las 3 del mediodía. Las casetas más nocturnas guardan en su clausura, los recuerdos de la noche anterior. La verticalidad de las telas se convierten en centinela de la noche pasada. Noche de elixires mágicos que convierten a los zalameños en grupos abiertos de risa y buenos ratos. Exaltación de la amistad. Unos manos despliegan las telas. Empieza una nueva representación.

En la plaza la obra ya lleva varios actos representados. Las casetas llegan a su punto álgido. Las personas más mayores ya llevan tiempo disfrutando de la nueva jornada. Conversaciones de toros y anécdotas pasadas son regadas por los caldos andaluces, mientras el pescadito frito se acomoda en los estómagos. Músicas diversas componen una sinfonía improvisada convertida en rumor palpable de cualquier lugar del pueblo.



Otro lugar. Los payasos en la caseta municipal exprimen las risas de los niños y de los no tanto. Estamos en la sesión vermut, oasis que defienden al zalameño y visitante del calor sofocante. Comienza la marcha. Una vuelta por los puestos de turrón cuando la tarde empieza a caer. Los puestos de juguetes son objetivos de los zalameños más chicos, que con todo tipo de artimañas convencen a los padres para la adquisición de un nuevo juguete. Después vendrán las golosinas, las atracciones….El firme de La Plaza recoge las pisadas de la Charanga Barroca, que ponen la nota de ritmo en el recinto ferial. Llega la noche. Perfumes engalanan al zalameño. Llega el momento de la estética, de la solera, del disfrutar del paseo con las mejores galas. Magia. Y en la caseta municipal, más magia. El ilusionista Gerard hace pasar un buen rato a un recinto lleno. Un paseo por los puestos de la calle La Iglesia, y retirada a casa en algunos casos. .En las casetas más jóvenes empieza la noche. La mañana recoge en su despertar a los más noctámbulos. El viernes empezará dentro de un rato.















































jueves, 7 de septiembre de 2006

Ius familiae

Me pongo en el pellejo del barcelonés -aunque zalameño de origen- Esteban Caballero y me duele imaginar su feroz desconcierto al ver cómo entre el juzgado de Aracena y la Guardia Civil le impedían juntar los huesos de sus dos abuelos paternos (enterrados en una más de las fosas silvestres cavadas por el odio durante la Guerra Civil) para llevarlos a camposanto con 70 años de retraso. No me digan que no resulta ciertamente curioso cómo reacciona de raudo el Estado de Derecho en cuanto una quincena de vecinos cogen el sacho y empiezan a remover tierra y oprobio en medio del campo, bajo la presidencia compartida por el sol de finales de agosto y la bandera republicana del valverdeño Arturo Carrasco, incapaz de ondear de puro sofoco (a la tricolor me refiero, claro). Antes -cuatro décadas de dictadura; 30 años de democracia- no hubo prisa alguna por verificar los ADN de esos sin nombre ni tampoco coches fúnebres agazapados en la cuneta hasta que aparezcan los cráneos, probablemente por aquella vieja teoría penalista de que la muerte nos cosifica y, por tanto, no habría contradicción jurídica mayor que reivindicar el «cuerpo de derechos» de un esqueleto. Habrá que pensar, en definitiva, que el problema surge cuando un húmero no sale del subsuelo «de manera natural» (¿reflotado quizá?), sino tras un movimiento artificial de tierras; y cuando encima la osamenta no se la reparte una jauría de perros con el hocico, sino que va a parar a manos de un nieto que lleva desde niño callando la historia familiar y soñando con depositar algún día los restos de sus abuelos fusilados en un nicho del cementerio, pagando los correspondientes impuestos municipales... He podido hablar estos días atrás -y no en torno a un café como le prometí- con uno de esos «sospechosos habituales» a los que los agentes de la Benemérita estuvieron tomando declaración hace un par de sábados en Zalamea, durante la exhumación de los cadáveres de los campesinos Francisco Caballero y Rosario Palmar. Hablo de mi tocayo y amigo Manolo Pichardo Bolaños, que tiene claro que, en la próxima excavación, al representante de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que le interrogue le dirá que estaba dando una vuelta con unos amigos «buscando gurumelos», y que la Amanita ponderosa suele esconderse bajo tierra... Muy por encima de las críticas que puedan recibir algunas asociaciones para la recuperación de la memoria histórica, está el derecho de una familia a recuperar los restos de sus asesinados. El que reclamaría cualquier nieto de bien, el que asiste a todo hijo de Dios, el que nadie al que le lata el corazón sería capaz de negarle a una madre. Ese derecho que, por desgracia, no cuenta con una tutela judicial efectiva.

Manuel Becerro Pérez.
http//perspectivaonubense.blogspot.com

Miércoles de Feria

Jornada de comienzo suave tras algunos excesos de las vísperas. El recinto ferial recoge otra tonalidad por las luces del día. Gente de aquí para allá; visitas de casetas; tapas. La vista no se desentiende del cielo. La lluvia parace obstinada por regar el recinto y aguar las diversiones de los zalameños (en muchos casos no es posible). La comparsa brasileña aporta las notas de calidez al día. Ritmo. En el Ruiz Tatay la pintura describe el arte zalameño. Oleos, acríclicos, pasteles con un denominador común: Hecho en Zalamea. En la casa Cilla, grandes e impresionantes imágenes recogidas a vista de pájaro de los núcleos urbanos que comparten el término zalameño. Un glosario de imágenes de las remodelaciones realizadas en el pueblo comparten la exposición de gran formato.
La lluvia aparece, pero las ganas de disfrutar es mayor. Desde las 12 hasta las 4 de la mañana, realiza su diana aguada. La concurrencia por las calles disminuye, pero las casetas se abarrotan. Es el segundo día y los zalameños no se ven derrotados ante las inclemencias. El tercer día espera a la vuelta de la esquina.

.



































miércoles, 6 de septiembre de 2006

Sentimiento por su pueblo

A tus plantas torre mía,
un capote y la montera,
y una mantilla de blondas,
pregonando tu solera.

Los toros están mugiendo,
inquietos en la dehesa,
dormitan los mayorales mientras velan las estrellas
y los gañanes despiertos,
sueñan ya, con la feria.

A tus plantas torre mía,
un sombrero de ala ancha,
cáireles en tu veleta
y en mis labios un pregón,
para ti, mi Zalamea.

Con este poema, y tras los agradecimientos en su presentación, comenzó Francisco Javier Martín el pregón taurino en la noche de ayer.
En su locución hizo un extensivo repaso al acontecer taurino en nuestro pueblo a lo largo de la historia, mostrando la cara nostálgica de la fiesta nacional y la influencia que la tauromaquia zalameña había tenido sobre ella. Recordando viejas estampas perdidas en el tiempo y en el recuerdo…”Cerrar, cerrar los ojos, y dejando volar la mente, posaros sobre una Zalamea sedienta de feria y de toros. Oid, Oid el sonar anárquico pero firme de unos cencerros y pensad que por las calles empedradas y mal iluminadas de aquella Zalamea, van pasando los toros camino de la plaza bajo la sombras de las noches, donde no se duerme el sueño, porque todo huele a feria…” Haciendo referencia, de esta manera, a los embarcaderos que se hacían antiguamente, donde los toros eran traídos campo a través, entrando en la plaza desde “La Morita” rodeados de bueyes, que hacían sonar sus cencerros en la noche zalameña.
…”Zalamea, al menos para mi, es un pequeño pero importante santuario en la cría del toro bravo, pues de aquí salieron, selectas simientes para formar otras ganaderías y además aquí se formó un encaste propio, el de Lancha, actualmente en las sabias manos de la familia Cuadri…”
Prosiguió ensalzando el encaste zalameño, y más concretamente en las figuras de Don José Carvajal González y Don José María Lancha Vázquez, excelentes ganaderos zalameños que aportaron a la cabaña brava un encaste propio, el cual, se encuentra repartido por el campo bravo español.
El acto, celebrado en La Caseta Municipal, fue amenizado por La Banda de Música Don Justo Ruiz. El pasodoble “Marigenta”, compuesto por Javier Serra, abrió la presentación que hizo Eugenio del Pregón taurino. Luego en los intermedios se tocaron distintos pasodobles taurinos como; “Plaza de las Maestranzas” de David Artola, “Dávila Miura” de Abel Moreno y “Churumbelería” de Emilio Cebrián. Dejando para el final el pasodoble “Zalamea” de Abel Moreno, que para deleite de los allí congregados estrenó la letra que el pregonero de este año Francisco Javier Martín ha compuesto para su pueblo…” A ése pasodoble le puse letra, que hoy os la presento, a sabiendas de que no está institucionalizada, pero como es mía y lo escrito, escrito está, a ustedes os la entrego…” La letra sencilla y sentida, fue magistralmente entonada por “Joselino”.

Zalamea de mi alma,
villa muy noble y leal,
tu torre se hace suspiros
cuando suena éste cantar

De rojo cruzada en oro
ondea tu identidad
mientras los siglos evocan
llenos de orgullo tu libertad.

Dichosa mi alma Zalamea,
te besa y se recrea
cuando empiezo a cantar
este pasodoble tan querido
que cual beso sentido
es un suspirar.

Tu feria son nueve días
que despiertan la “otoñá”
después vendrá tu “Rosario”
“jachas”, patrón y San Blas

y cuando seas primavera
un cristo en la madrugá
y un “Romerito” que canta
a una Pastora gracia y lealtad

a tu lado Zalamea
a tu lado quiero estar
y que los siglos me lleven
contigo a la eternidad.

Tu torre,
Suspira,
¡Qué guapa está!

Joselito, presentado

Las últimas incorporaciones del Real Jaén han pasado hoy por la sala de prensa del Estadio de La Victoria para hacer oficial su presentación como jugadores jiennenses para esta temporada. Ambos llegan en calidad de cedidos procedentes del Recreativo de Huelva (Joselito) y Deportivo de La Coruña (Alcántara) de 1ª división. En sus manifestaciones dejaron claro que vienen a cumplir los objetivos del club e intentar ascender a la categoría de plata y a disputar todos los minutos posibles que les iban a faltar en sus clubes de origen.
Los dos llegaron a la conclusión del handicap que supone llegar con el telón de fondo del mercado de fichajes a la vista, ya que deben de ganarse la confianza del técnico y adaptarse a la forma de juego con tiempo de desventaja con respecto al resto de la plantilla. Asumen la competencia que tendrán en sus respectivos puestos y están seguros de que con trabajo y esfuerzo lograrán hacerse con un puesto en el equipo. La pasada jornada no entraron en la convocatoria porque estaban recién llegados y confian en ir entrando poco a poco en ellas.

Martes de Feria

Primer día. Expectación. La gente toma las calles como un niño ante un juguete nuevo. Ha llegado Septiembre y el zalameño ya tiene ante sí sus fiestas de Septiembre. Los cuerpos acogen la noche con la fortaleza que asegura el día de visperas. Más adelante, ya habrá tiempo para quejarse. Por tanto, curiosidad. Pasear, ver las calles iluminadas, el pueblo divirtiéndose, asisitir al pregón taurino y al baile en la Caseta Municipal. Las particulares, reciben a las reuniones, en un primer día tranquilo. Paulatinamente, irán engordando sus visitas a medida que se acerque el fin de semana. Atracciones, golosinas, nostalgias........El sueño de una noche de verano, esperando a la tarde sosegada del día siguiente.
.
.