viernes, 8 de septiembre de 2006

Jueves de Feria

Jueves de septiembre. Jueves zalameño. El tercer día de feria se presenta iluminado. Sol que entierra a la lluvia. Los zalameños se entregan a una nueva jornada en el discurrir diario de la feria. Las casetas del recinto recogen risas, conversaciones. El olor a comida se mezcla con estos sonidos creando el típico velo característico de feria. Es la feria de este año. Estampas actuales que podrían corresponder con la de cualquier época pasada. Nuevas modas. Más arrugas. Jóvenes que suben peldaños y descubren nuevas formas de concebir la fiesta. La vida sigue su proceso natural y coloca a cada zalameño en su nuevo papel. Faltan caras conocidas. Otras se van haciendo familiares en el recinto. La Feria no obstante avanza en su camino.

Son las 3 del mediodía. Las casetas más nocturnas guardan en su clausura, los recuerdos de la noche anterior. La verticalidad de las telas se convierten en centinela de la noche pasada. Noche de elixires mágicos que convierten a los zalameños en grupos abiertos de risa y buenos ratos. Exaltación de la amistad. Unos manos despliegan las telas. Empieza una nueva representación.

En la plaza la obra ya lleva varios actos representados. Las casetas llegan a su punto álgido. Las personas más mayores ya llevan tiempo disfrutando de la nueva jornada. Conversaciones de toros y anécdotas pasadas son regadas por los caldos andaluces, mientras el pescadito frito se acomoda en los estómagos. Músicas diversas componen una sinfonía improvisada convertida en rumor palpable de cualquier lugar del pueblo.



Otro lugar. Los payasos en la caseta municipal exprimen las risas de los niños y de los no tanto. Estamos en la sesión vermut, oasis que defienden al zalameño y visitante del calor sofocante. Comienza la marcha. Una vuelta por los puestos de turrón cuando la tarde empieza a caer. Los puestos de juguetes son objetivos de los zalameños más chicos, que con todo tipo de artimañas convencen a los padres para la adquisición de un nuevo juguete. Después vendrán las golosinas, las atracciones….El firme de La Plaza recoge las pisadas de la Charanga Barroca, que ponen la nota de ritmo en el recinto ferial. Llega la noche. Perfumes engalanan al zalameño. Llega el momento de la estética, de la solera, del disfrutar del paseo con las mejores galas. Magia. Y en la caseta municipal, más magia. El ilusionista Gerard hace pasar un buen rato a un recinto lleno. Un paseo por los puestos de la calle La Iglesia, y retirada a casa en algunos casos. .En las casetas más jóvenes empieza la noche. La mañana recoge en su despertar a los más noctámbulos. El viernes empezará dentro de un rato.