sábado, 9 de septiembre de 2006

Juan Lancha, ¡comienza la faena!

Yo lo recuerdo de siempre en la puerta de toriles, rincón de ilusiones de todos los aficionados al arte del toreo zalameño. Siempre con la mirada fija en el palco de autoridades, a la espera del blanco pañuelo de Cándido Caro, postrado sobre la barandilla de la Presidencia atado a una cuerda guita amarilla.. En ese momento, comienza la Fiesta. Cerrojo en mano y ehhh toro,....toro. Juan Lancha, en la grada de su Plaza de Toros, porque es parte de su casa, en barrera, como los buenos aficionados ( y qué vamos a decir de él), nos atiende cordialmente ante nuestra solicitud de entrevista.
Con la mirada puesta en los operararios que riegan el albero del coso taurino, pero sin quitar ojo de las puertas de Toriles, su fortaleza taurina de Zalamea, Juan Lancha responde con humildad a las preguntas que le vamos lanzando.
Desde 1986, hace ya 20 años justos, tomó el testigo dejado por su padre, al que todos también pensamos, como imágenes imperecederas, en Toriles. La afición, como siempre, de sus ancestros. Por supuesto de Juan Lancha padre, y más allá, en el recuerdo de su infancia, del campo, de su abuelo, del cuidado del ganado bravo. Le preguntamos si tiene miedo. Desde luego, después, al verlo encerrar a los toros del manifiesto en los corrales, todos alababan su valentía: Juan, los toros estarán encerraos, pero hay que tener muchos cojones pa está ahí abajo, le gritaba desde lo alto Antonio el Brujo. Pero dice que el miedo lo tuvo el primer día...como los toreros....ya después no. Quizás, eso sí, mucho respeto.
Recuerda muchas anécdotas, buenas y malas, que todo hay: .....recuerdo haber dejado el último toro del manifiesto en la Plaza, porque se hacía de noche y ya no se veía....le dejábamos la puerta de los corrales abierta, para que entrara solo.....después veníamos de la feria, a las dos o las tres de la mañana, con linternas, para ver si había entrado. También nos habla de una importante cogida.....a Gabriel de la Casa lo cogió ahí, cerca del burladero,....el toro lo empitonó.....le arrancó los testículos y éstos cayeron al albero. Entonces el médico de la Plaza tuvo que mandarlo rápidamente a Huelva, y después a Sevilla, porque aún no existía en Hospital de Riotinto.
Respecto a buenas faenas, recuerda muchas. Otras malas, pero de eso.....hay que levantar la Fiesta, y mejor no hablar de las cosas malas. Si nos habla de la mejor faena realizada en Zalamea, a pesar de no haber estado presente, puesto que fue el año que él nació: se refiere a la de El Tano, en 1956.
Para acabar, esboza una sonrisa porque se siente satisfecho al ver la plaza llena en el desencajonamiento....en Zalamea sigue viniendo mucha gente a los toros, sobre todo mucha juventud, que es importante que se incorpore a la fiesta.
El manifiesto está a punto de comenzar y llaman a Juan. ¡Juan la última!: ¿hasta cuándo abriéndo Toriles?.....hasta que el cuerpo aguante.