jueves, 2 de noviembre de 2006

Una noche terrible

Halloween, fiesta americana con grandes dosis de marketing, se ha instalado definitivamente en nuestra cultura. Zalamea la Real, pueblo de costumbres muy arraigadas y de gran tradición religiosa en todas sus manifestaciones lúdicas, no se ha mantenido al margen de esta corriente pagana y perversa, y cada año la celebra en la noche del 31 de noviembre.
Desterrados los carnavales, el pueblo siente la necesidad de disfrazarse, de sentirse desligados de ataduras y formalidades, para dar riendas sueltas a la diversión más excéntrica, donde nadie representa el papel cotidiano que manifiesta normalmente en el acontecer diario.
La noche que se vivió el pasado martes en “El Quemaito”, describe a la perfección todo lo anterior expuesto, donde un buen número de jóvenes del pueblo dieron rienda suelta a la diversión, sin necesidad de contar con una gran organización que acomodara las pautas a seguir. La imaginación y las ganas de improvisar fueron las armas utilizadas para la elaboración de los disfraces y las desenfadadas escenas que se plasmaron en el conocido bar zalameño.
Entre los asistentes, causó especial impacto la actuación espeluznante de “La Niña del Exorcista”, que en repetidas ocasiones se ponía posesa, delante de un perplejo público, y daba a luz al supuesto hijo de Satán. En la escena nocturna, irrumpió una altísima muerta viviente con todo un séquito de zombis con ropas desgarradas y caras ensangrentadas. El acto de presencia fue de lo más espectacular, abriéndose paso entre el gentío, que llenaba la calle Olmos, con antorchas que bramaban fuego y hacían presagiar la terrible noche que se avecinaba sobre Zalamea.
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