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El paso del Día de la Candelas dejará un buen número de resfriados, ya que numerosos zalameños y zalameñas tuvieron que mojarse en el día de ayer para montar sus candelas. El tiempo no dio tregua en todo el día, y las faenas de última hora se hicieron bastante arduas. Pese a todo, un año más, se demuestra la buena salud con la que cuenta esta tradición zalameña, y la participación fue bastante grande con 35 candelas a concurso. Desde todos los rincones del pueblo y el término surgieron fogatas para alumbrar la noche; sitios ya consagrados por el peso de la tradición y otros lugares donde están proliferando candelas formadas por grupos de jóvenes. Se echó de menos la candela del Mercado de Abastos que este año, siendo de las más longevas y representativas, no se celebró.
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Por dentro estaba maciza, rellena de leños y raíces de gran tamaño; en su exterior, la jara recubría en su totalidad una estructura de gran corpulencia, pero acusaba achatamiento.
La segunda candela que nos llamó la atención fue la situada en Candido Caro, que en los últimos años opta siempre al premio por el tesón de su gente a la hora de formarla. En ella recayó el segundo trofeo por una bonita candela con formación añeja, que reflejaba la estampa clásica de fogatas empinadas con base redonda. Como viene siendo habitual en este grupo de amigos, la candela culminaba con una decoración original y trabajada; en esta ocasión una gran botella de aguardiente acompañada de dos copas coronaban la estructura con iluminación incluida.
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