Se podía presagiar un partido, para la concurrencia casera, al menos agradable, tónico, suavemente otoñal. Tibiezas de octubre aparte, el clima apuntaba muy benigno para la parroquia: un viento racheado con una holgada victoria en Higuera había creado mucha expectación en el Perea Anta con una buena asistencia de público; la afición veía motivos para esperar una segunda victoria frente al conjunto serrano.
El equipo dirigido por Juanma salió al campo con ganas de agradar y desde el pitido inicial se mostró agresivo y con ganas de dar espectáculo sobre el terreno de juego. Con más corazón que cabeza y con más ímpetu que acierto la escuadra rojilla se encontró con un equipo rocoso y bien plantado. Se podría decir que la primera mitad fue del Zalamea CF pero este dominio no se tradujo en ocasiones claras de gol. El equipo visitante aunque no salió decidido al ataque, si mostraba cierto peligro con puntas rápidos y habilidosos. Esta circunstancia se tradujo en respeto mutuo y las defensas adelantadas producían que el choque se dirimiera en el centro del campo con numerosas pérdidas de balón y multitud de faltas. En estos minutos habría que destacar los escarceos de David “Pirulo” que lo intentó una y otra vez por su franco derecho. Sólo a balón parado podría llegar alguna ocasión para el conjunto local, y en esas llegó la ocasión más clara de todo el partido con un balón al larguero cabeceado por David del Toro tras un saque de esquina (minuto 36).
En la segunda mitad se erigió protagonista el trencilla del encuentro; un árbitro que utiliza el dialogo como mediación entre contendientes, pero que en el día de ayer no sirvió para conducir el juego.
Tras unas entradas duras del equipo serrano, el partido se volvió tosco y sucio, ya que el árbitro no amonestó a los infractores y la justicia fue impuesta por los jugadores de campo con un sinfín de faltas. Este tipo de arbitrajes, al no sacar las tarjetas a tiempo, propician que se formen tanganas entre los jugadores y que el juego con el balón desaparezca. Con todo, el encuentro se volvió tosco, y peloteros como Ruben se vieran desasistidos de balones para crear fútbol de ataque.
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El partido cobró tensión, que no juego, con un Zalamea decidido pero sin clarividencia y temeroso por un rival que no había venido de comparsa. Acción y reacción, de ida y vuelta con un resultado que se mantuvo en el aire como prendido del balancín de una jaula de brusquedades consentidas por el señor colegiado.
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A 15 minutos del final, y por culpa (vuelvo a reiterar) del trencilla; llegó la expulsión de Isaac, defensa zalameño que, inocentemente, se tomó la justicia por su cuenta y lanzó una patada a un rival que no tenía el esférico. En estas llegaron los escarceos con mayor peligro del Cumbres Mayores; una de ellas pudo traducirse en victoria visitante, cuando incomprensiblemente un punta, solo ante el meta local, echó el balón rozando el palo. Alivio para Juanma y el equipo que se espoleo y se fue arriba en los últimos minutos pero sin lograr crear peligro. Al final del encuentro el árbitro para arruinar aun más su penosa actuación se sacó de la manga la “ley de la compensación” y expulsó a un centrocampista rival.
Con los dos equipos desfondados se llegó al final del encuentro y ambos dieron por bueno el resultado. El conjunto local suma ya tres puntos y sigue alojado en la zona noble de la tabla. Buena media de puntos y buenas sensaciones las de un equipo, visto el año pasado, que se muestra con mayor ambición y convicción.