Un lugar idílico para disfrutar del tiempo libre, sirvió de marco para que las familias y grupos de amigos disfrutaran de una placentera jornada de convivencia. Desbordados por la cantidad de personas que quisieron almorzar en el lugar, los costaleros y costaleras se tuvieron que multiplicar en su trabajo para atender a todas las peticiones. La tarde fue avanzando lentamente sobre el horizonte y el protagonismo, a estas alturas, lo requería una pequeña paisana, que a sus trece años se presentaba con pianista en el Ruiz Tatay. La expectación era manifiesta, ya que de oídas, se presagiaba que la niña iba a sorprender en su concierto. Media hora antes del comienzo, el teatro zalameño presentaba un aforo casi completo y existía un rum-rum de gran acontecimiento.
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Pasada las 20:30, se iluminó el escenario con un lleno absoluto en la sala. Vicente Zarza captó la atención para presentar el acto e invitar a los presentes al desfile que proseguiría en el Paseo Redondo. Tras unas reseñas a la joven artista, el alcalde zalameño requirió la presencia de la protagonista en el escenario. El público rompió con un fuerte aplauso y Penélope, tras un tímido saludo, se sentó junto a su instrumento.
Es curioso reseñar la actitud introvertida de la joven pianista cuando está lejos del piano, y verla, por el contrario, cuando se acomoda en la banqueta y coloca sus manos sobre el teclado. El talento supera, y con creces, a la inexperiencia que una niña de tan sólo trece años puede tener en un acontecimiento como el que vivimos el pasado jueves en Zalamea. Ella sabía que la expectación era grande y que el teatro estaba lleno. Nuestras acciones están meditadas a la presión con las que las ejecutamos y más cuando carecemos de tablas para resolver las dificultades; pero el don, esa diferencia que hace a las genios distintos al resto, hizo que Penélope Carrasco diera un concierto, por momentos, conmovedor. Las partituras de Chopin, Beethoven y Mozart eran interpretadas con una musicalidad propia, un encanto inmaterial que absorbió la atención de todos los presentes al acto. Para finalizar y tras recibir las ovaciones más fuertes que se recuerden, la joven intérprete tocó el Pasodoble de Zalamea la Real. Con muy pocos compases, asemejándolo con el mundo taurino (en los primeros trasteos con la muleta), levantó las exclamaciones y los oles del respetable. Un final magnífico para un gran concierto.
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Tras la finalización del acto en el teatro, los focos se encendieron el Paseo Redondo para iluminar el desfile que con tanto esmero habían preparado “Las Pardas”. Una magnífica colección de trajes flamencos para la temporada 2008, estaban a punto de ser mostrados por atractivas zalameñas en la pasarela. Siguiendo con la tónica del día festivo, los aledaños del la Iglesia, en su cara Norte, presentaban una gran expectación y el público se agolpaba junta a la pasarela. Un grupo de rumbitas y flamenco amenizaban el desfile desde un lateral y las modelos zalameñas impregnaron la noche con aires frescos que evocaban la primavera.
Trajes que se desmarcan de los cánones convencionales, para convertirse en piezas únicas en cuanto a diseño. Telas ceñidas al cuerpo para acentuar la feminidad de la mujer andaluza y colores llamativos para transmitir la alegría de nuestras fiestas romeras.
Una colección realizada con gusto e imaginación que causaron, por la su originalidad, una gran aceptación. Tras el desfile, la fiesta continuó con la Feria de la Tapa hasta altas horas de la madrugada.