Un ángel recién salido de una pintura del Renacimiento de la Galería de los Uffici -hablo de la pianista zalameña Penélope Carrasco- llenó el pasado viernes 20 de Noviembre el teatro de la Casa Grande de Ayamonte con un concierto memorable: la primera parte la dedicó en solitario a Chopín, Clementi, Mozart y Satie, y la segunda al Concertino en Sol, de Haydn, y al Concierto en fa menor de Juan Sebastián Bach, dos obras en las que fue arropada por el Cuarteto de cuerda Bach, compuesto por Pablo Espina. Clara Mª Rodríguez, Marisa Tirado y Lucía García Cano. Un lujo de sitio, de programa y de intérpretes: ninguno cumplió aún los veinte años de edad. En concreto, Penélope sólo hace once que salió del cuadro para renacer en este tiempo nuestro. Respondió a una periodista: «Mi primer concierto lo di a los diez en Tavira» Su historia.
Fue un acierto de la organización municipal ayamontina incluir a estos artistas que dan sus primeros pasos en la Semana Musical Mozart, en cuyo marco actuaron antes o después de ellos los componentes del Teatro de la Ópera y del Ballet de Ucrania, la Orquesta Sinfónica de Jarkov y la Filarmónica de Andalucía, con largo camino andado. A esto se sumó el público, que acogió la presencia de esta Orquesta de Ángeles con el mismo entusiasmo que lo hubiera hecho de llevar décadas sobre las tablas.
Desde que Penélope Carrasco apareció vestida de negro en el escenario se produjo una atmósfera mágica, convertida luego en respetuoso silencio y rubricada con una ovación de la sala puesta en pie pidiéndole un bis, regalo que la pianista no concedió quizá por avanzar en el concierto y salir de nuevo ya acompañada del Cuarteto.
Con el Concertino de Haydn todos sacaron de los instrumentos lo mejor de su técnica, premiado el Allegro con el espontáneo aplauso de quienes no querían esperar al final para hacerlo. Fue su derecho. Y llegó Juan Sebastián Bach con su textura de cuerdas templadas, casi terciopelo, con su bella dificultad en el piano, sugiriendo la estampa del grupo de músicos las reuniones de papá Bach con sus hijos para imponerlos en la disciplina que más roza el alma, porque también Penélope, y Pablo, y Clara, y Marisa, y Lucía fueron el viernes hijos de Juan Sebastián, ya que, sin duda alguna, todos los músicos del mundo lo son y lo seguirán siendo hasta nuevo aviso. Bach, junto a Mozart y Beethoven transmiten la sensación de que ellos «hicieron» la música y que cuantos llegaron después dedicaron su genio y esfuerzo a componer variaciones a partir de ese origen.
El escenario era otro cuadro renacentista: cinco figuras hacían posible una vez más el milagro de escuchar los sonidos que siglos atrás sacaron los compositores ¿de dónde? ¿En qué ámbito misterioso flota una melodía antes de ser creada? ¿Qué sensibilidad la guarda hasta que se talla en el aire?
La segunda parte tampoco tuvo un bis. El espíritu tierno y firme de Penélope le pudo susurrar al oído que lo propio era salir a saludar, no a tocar. Y hubo quien pensó que, como la Cenicienta del cuento, tenía prisa por regresar a la pintura de la que había salido para venir a Ayamonte y por eso no daba al público lo que con insistencia le pedía.
Por suerte, el concierto lo va a repetir Penélope Carrasco mañana martes en el Salón de Actos de la Caja Rural de la capital onubense a partir de las 20:00 horas, porque hay que interpretar que no negó un bis, ni dos, sino que los retrasó todos hasta el 28 de este mes, día en el que volverá a ofrecer el programa íntegro junto a los cuatro compañeros. Un gozo.
M. Garrido Palacios