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El contraste destacaba al cruce de estos primeros visitantes con los grupos de jóvenes que daban por acabada la fiesta nocturna. Es la hora del aprovisionamiento, de la limpieza. Del volver a engalanar las casas para el nuevo día. Del exilio del polvo que pronto, en poco tiempo, volverá a hospedarse en los muebles.
Las cocinas se convierten en protagonista allí donde las haya. Donde no, una buena candela empieza a despertar los sentidos. Primero el olfato. Pronto el paladar dará rienda suelta al placer regado de buenos caldos andaluces. El característico ponche empieza a endulzar la jornada. Embutidos, tortillas, habas enzapatás, picadillos…zalameños y visitantes se entregan al disfrute en una nueva jornada. Una casa, reunión, una encina. Cualquier lugar es bueno para pasar un buen día con los amigos. Diversión. Buenos Ratos.
Llega la hora de la comida principal. El horario de
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Las cuerdas de las guitarras invocan al baile. Sevillanas, rumbas. El zalameño se entrega a su fiesta de Mayo. Las casetas de jóvenes y la zona de acampada se presta a otro ritual. Las congregaciones de visitantes se hacen extensas en estas zonas. Una visita al "Chirimbolo", otra al "Fondo a la derecha" y a "La Quinta del 92". "El Aburrimiento será la próxima cita". El atardecer va acogiendo a este reguero de gente que en muchos casos, con los estómagos bien aprovisionados, hacen de rogar el momento de la cena. El casancio va haciendo mella en el físico de algunos zalameños. Es la hora de una buena ducha para entonar el cuerpo. Cena y un buen caldo, hacen abandonar el cansancio.
La medianoche va llegando y con ella la hora del Rosario. Manuel García es el responsable de ir recitando las distintas partes de que consta. Los cánticos a la virgen recorren los carriles a la luz de las velas.
Las casas de El Romerito acogen al desfile con velas y bengalas. Un río de luz va visitando las distintas partes de la Finca, ante el silencio y respeto de las personas de los lugares por donde va pasando. Fin del recorrido. La actividad vuelve a la romería. Música, sevillanas rumbas, timbales, cajas, trompetas, baile en la Casa Hermandad... Distintas formas de celebración en torno a una misma Fiesta, La noche se alarga y la diversión continua hasta que el cuerpo aguante. La Finca entra en un nuevo día donde muchos perderán la noción del tiempo, empalmando la noche con la mañana. Los cuerpos piden reposo ante la luz de la nueva jornada , mientras que los más madrugadores empiezan a llegar al recinto para preparar la cada vez más desaparecida escena de la fiesta bajo una encina. Unas mesas , unas hamacas y una comida bien hecha, dan la bienvenida al domingo de El Romerito.
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